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Mensaje por Invitado Miér Jul 24, 2013 1:32 pm

Desde que había entrado aquel mundo, tenia debilidad por una de sus zonas, y ese era EDEN.  La paz que encontraba en aquel maravilloso lugar, teñido con los colores de un mundo que solo un cuento de hadas podía reflejar, no podía sentirla en  ningún lugar más que allí.  El caminar por aquellos campos llenos de flores silvestres, de formas pocas veces vista en el mundo real, o directamente inexistentes; La suave y delicada brisa cálida, llegando a cada rincón de su menudo cuerpo, eran sensaciones que no podía explicar con palabras.  Sus grandes ojos color carmesí, pasearon por todo el lugar, sin perder detalle alguno del paisaje.  Un claro suspiro lleno de gusto escapo de sus labios, seguido de una sonrisa. — Es perfecto, no me canso de este lugar — Susurro con aquel tono de voz infantil y melodioso.  Giro su rostro, para enfocar su atención en la pequeña criatura que yacia a sus pies. — Apuesto a que tu también lo disfrutas, ¿Verdad Aikun?  — Aquel ser, solo alzo su pequeña cabeza en dirección a la chica, y asintió, soltando un chillidito fino, que daba a entender su gusto también por aquel lugar.

Allí, debía despreocuparse por las batallas, por aquellos seres que intentaban marcar su superioridad sobre otros, los presumidos que solo querían hacer ver sus nuevas habilidades, y los asesinos despiadados que no tenían piedad de otros jugadores.  Estaba en calma, se sentía segura.  Pero ella, estaba ignorando que quizás, existían otras criaturas que pudieran deshacer aquella tranquilidad.  Durante su paseo, mientras jugaba con su compañero, encontraría una realidad aterradora; Una jugada del destino que atentaría sobre su propia existencia en el juego.  Una [ criatura ]  de apariencia imponente y salvaje, cruzo su camino, saliendo de la nada, y sin posibilidades de darle escape.  Los ojos de la joven se abrieron notoriamente llenos de sorpresa.  ¿Cómo era posible?, estaba completamente segura que esa zona estaba libre de bestias, lo había chequeado una y otra vez en el mapa.  Pero lo que más le aterraba, no era el repentino aparecer, sino mas bien, el nivel de esta, era mucho más elevado que el propio.

Por unos momentos el terror la dejo petrificada, con la mente en blanco.  Cuando la criatura se agazapo, sus instintos de supervivencia la empujaron a correr del lugar. Tenía miedo, mucho miedo, y a medida que corría, sus brazos parecían estrechar más a su pequeño compañero.   — A..auxilio  — Exclamo con fuerza de manera entrecortada, sabía que era en vano, no había nadie en los alrededores, pero aun así, se aferraba a un pequeño vestigio de esperanza.  La criatura parecía alcanzarla en cualquier momento, y la torpeza de sus pasos llevó a la chica a tropezar, cayendo  rodando por el césped.    Sin duda, iba a recibir el primer impacto, iban a terminar con su vida.  Un ahogado grito de desesperación oprimió su pecho,  su compañero, al ver como la otra criatura lanzaba el primer zarpazo, se lanzo, colocándose como escudo, pero su nivel de defensa era bajo en ese estado. —  ¡AIKUN!   — Grito con fuerza, al ver el choque de ambas habilidades, la de ataque y la de defensa.  El nivel de vida del pequeño había bajado considerablemente, pero parecía no darse por vencido, no iba a dejar que lastimaran a su ama.  Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas, opacando aquella jovial mirada.  Cuando el atacante lanzo el segundo zarpazo que amenazaba ser letal con el pequeño,  la joven peliverde se lanzo sin pensarlo dos veces, abrazando al pequeño contra ella, para recibir el impacto con su cuerpo.

El impacto hizo que saliera despedida con violencia, rodando por el suelo. Aquel golpe le había sacado casi un 90% de su barra de vida. Se acurruco en el suelo, sin soltar a su pequeña invocación. — No voy a soltarte ..no dejare que nada malo te suceda  — Mascullo dolorida, pero no perdía aquella dulce sonrisa de su semblante.  No importaba  lo que sucediera, iba a proteger a su compañero, aun acosta de su propia vida.  Era consciente que si ella desaparecía, el también lo haría, pero al menos iba ahorrarse la amargura de verlo morir protegiéndola.  Si bien podía invocarlo nuevamente, no iba a ser lo mismo, definitivamente no.  Encogió su cuerpo, y de refilón pudo observar como la criatura atacante iba a lanzar un nuevo golpe.  Cerro sus ojos con fuerza, hundiendo el rostro sobre aquel mullido cuerpito de peluche, esperando lo peor.
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