Treasure, that is what you are
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Anya soltó un suspiro, y movió la cabeza hacia un lado.
Estaba sentada sobre una gran pieza de metal, un engrane, a decir verdad. Probablemente pertenecía a alguna máquina defectuosa, y como todo lo defectuoso, iba a parar al gran cementerio de chatarra. Pallasuz. Una muerte segura si no ibas con cuidado. Probablemente morirías a causa de todas esas máquinas, o una lucha con otro jugador. Cualquiera de los dos casos, no estaba en el protocolo de la soldado. Carraspeó por lo bajo, y se ajustó todos los cinturones de su uniforme. Si sus cuentas no fallaban —nunca lo hacían, realmente— su compañera de misión no tardaría en llegar.
Goldie.
A decir verdad, la chica desapareció tan rápido en las vías del tren que Anya no pudo guardarla como contacto. El estar nuevamente con ella, era una cuestión de suerte. Se sonrojó ante la idea, pero hundió la cabeza en la bufanda. Quizás alguien la estaba viendo, y cosas como esas solo eran una debilidad. Se llevó sus manos a sus sienes, y comenzó a contar. Uno, dos, tres. La misión sería sencilla, supuso. No eran como los bandidos de la otra vez, ya que conocía a su compañera, todo resultaría más sencillo.
Cerró los ojos y agudizó el oído.
Cuatro, cinco, seis.
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Re: Treasure, that is what you are
La misma compañía que pidió se rescatase a Bowwer, volvía a anunciar su miedo. El punto destino era Pallasuz, un lugar de escombros y piezas mecánicas por doquier, que ya había visitado en varias ocasiones. Pensaba que, aunque fuese vasto el lugar, sería muchísimo más fácil de cumplir la misión que aquella donde involucraba a los ladrones y el tren en la desértica región de Badsarth.
Bien, ahí se encontraba, sabiendo previamente que su compañera de misión se trataba de nada más y nada menos que Anya. ¡Qué coincidencia! Hacía tiempo que no la veía, más aún porque, a raíz de sus propios asuntos repentinos, no pudo pedir agregarla a su lista de amigos. Se le había olvidado ser lo más cortés posible, especialmente con aquellos que captaban su atención. En fin. Esta era la oportunidad para jamás olvidar que tenía una aliada agradable y que debía sumarla porque sí entre sus contactos.
Caminando, a lo lejos avistó la silueta de una chica sobre escombros. Esa bufanda y el cabello oscuro corto le hizo evocar cómo se veía Anya desde atrás. Y supo al instante que esa familiaridad solo le informaba de que se trataba, efectivamente, de la chica. Entonces, silenciosamente se movió hacia ella, sin emitir el menor ruido. Una vez cerca de la chica, escaló un poco los escombros y, tras estar lo más cerca posible, le tapó los ojos con ambas manos al inclinarse un poco contra ella —Gotcha~ —dijo en son juguetón, curvándose sus labios en la típica sonrisa picarona que le caracterizaba.
Bien, ahí se encontraba, sabiendo previamente que su compañera de misión se trataba de nada más y nada menos que Anya. ¡Qué coincidencia! Hacía tiempo que no la veía, más aún porque, a raíz de sus propios asuntos repentinos, no pudo pedir agregarla a su lista de amigos. Se le había olvidado ser lo más cortés posible, especialmente con aquellos que captaban su atención. En fin. Esta era la oportunidad para jamás olvidar que tenía una aliada agradable y que debía sumarla porque sí entre sus contactos.
Caminando, a lo lejos avistó la silueta de una chica sobre escombros. Esa bufanda y el cabello oscuro corto le hizo evocar cómo se veía Anya desde atrás. Y supo al instante que esa familiaridad solo le informaba de que se trataba, efectivamente, de la chica. Entonces, silenciosamente se movió hacia ella, sin emitir el menor ruido. Una vez cerca de la chica, escaló un poco los escombros y, tras estar lo más cerca posible, le tapó los ojos con ambas manos al inclinarse un poco contra ella —Gotcha~ —dijo en son juguetón, curvándose sus labios en la típica sonrisa picarona que le caracterizaba.
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Re: Treasure, that is what you are
Habría cortado las manos del intruso con su 3DMG en un instante, a no ser por que reconoció esas manos.
Tan cálidas...
Anya salió de sus pensamientos, y sonrió apenas un poco. — ¿No crees que es una forma anticuada de saludar a alguien, Goldie? — hizo énfasis en el apodo que le había dado, y alzó sus propias manos, tomando las de Ataraxia, bajándolas un poco. — Sería mejor que me lanzaras un pedazo de chatarra. — comentó, un poco dudosa. ¿Realmente preferiría un trozo de hojalata a las cálidas y suaves manos de su compañera?
«Te estás desviando.»
Se movió un poco, dejándole espacio en su silla improvisada. ¿Por dónde podrían comenzar? Ese lugar era enorme, buscar a Bowwer les llevaría una eternidad si no comenzaban con un plan de búsqueda y rescate. Anya se acomodó la bufanda, y susprió. — No he visitado tantas veces el lugar. No tengo mapas exactos, y la cosa que buscamos probablemente esté bien oculta. ¿Alguna idea? — giró su rostro hacia ella, tratando de permanecer seria. Pero algo le decía que moviese esos músculos de su rostro, que sonriera un poco. Se mordió la lengua para evitar soltar una maldición, y continuó. — Si lo hacemos bien, podremos ir a comer o algo.
Segundos después se dio cuenta de lo que había soltado.
¿Por qué sentía toda la sangre subir a sus mejillas?
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Re: Treasure, that is what you are
No sabía cómo reaccionaría Anya ante eso, porque tenía una pequeña idea de su comportamiento serio y correcto. Lo único que pudo identificarle muy bien fue su voz, eso creía. Dejó que bajaran sus manos, sin imponer protesta alguna ante ello; porque se habían familiarizado con una de la otra en aquella misión, a Ataraxia no le molestaba que hicieran eso. No pudo evitar reír ante el humor retorcido que desplegó esa mujer —Tu humor es un tanto extraño, Anya —inquirió, volviendo a esbozar otra sonrisa picarona, una de las tantas en su arsenal—. ¿O tal vez logré sorprenderte un poco debido a tu reacción?~ —puso el dedo índice diestro sobre su propio mentón, sin dejar de sonreír.
Posicionó ambas manos sobre los escombros, como sujetándose de estos —aunque sus pies permanecían firmes en una saliente de esa pila ascendente de escombros—, mientras le observaba fijamente —En eso último tienes razón: no será fácil encontrarlo. Aunque creo que podría ser divertido —hizo una pequeña pausa—. No te preocupes. Conozco a Pallasuz de izquierda a derecha —guiñó el ojo, confianzuda de que, aunque pudiese presentarse prolongada la misión, no sería un dolor de cabeza y mucho menos imposible—. Primero revisemos donde tienden a aglomerar los bots de aquí a los robots y androides. Quién quita que posiblemente esté ahí. Vale intentarlo.
No le molestaba la actitud de Anya, reiteraba. Así se comportaba la chica frente de sí misma, y claramente le respetaba por cómo era. No necesitaba crear una imagen de una persona, para así transformar a esta, y poder ser amigos o amigas. Al contrario. Le agradaba la diversidad en sobremanera, como la propia independencia de poder elegir con quién hablar y con quién no. Y, podría decirse que Anya corría con suerte.
Rió entre los dientes, sin mostrar estos. Una sonrisa se asomó en su rostro caucásico, tan indiscreta y pícara como su típico guiño o su sonrisa característica que no los hacían en son de malicia, sino naturalmente —Si me brindas —interpuso el dedo índice entre ambos rostros, acercando este a la nariz homóloga. Con un simple movimiento apretó, cual botón, la punta de la nariz de Anya—. Ya que es un trato, ¡en marcha! —apenas volteándose, dio un saltito hacia lo que podría llamarse el suelo estable de Pallasuz.
Tranquilamente caminó por un sendero que se encontraba a la izquierda de ambas. Lo que parecía un túnel, era alumbrado por pequeñas luces azules dispuestas en el techo con apariencia inestable —El lugar del cual te hablé no está muy lejos —viró el rostro para comprobar que Anya le acompañara.
Posicionó ambas manos sobre los escombros, como sujetándose de estos —aunque sus pies permanecían firmes en una saliente de esa pila ascendente de escombros—, mientras le observaba fijamente —En eso último tienes razón: no será fácil encontrarlo. Aunque creo que podría ser divertido —hizo una pequeña pausa—. No te preocupes. Conozco a Pallasuz de izquierda a derecha —guiñó el ojo, confianzuda de que, aunque pudiese presentarse prolongada la misión, no sería un dolor de cabeza y mucho menos imposible—. Primero revisemos donde tienden a aglomerar los bots de aquí a los robots y androides. Quién quita que posiblemente esté ahí. Vale intentarlo.
No le molestaba la actitud de Anya, reiteraba. Así se comportaba la chica frente de sí misma, y claramente le respetaba por cómo era. No necesitaba crear una imagen de una persona, para así transformar a esta, y poder ser amigos o amigas. Al contrario. Le agradaba la diversidad en sobremanera, como la propia independencia de poder elegir con quién hablar y con quién no. Y, podría decirse que Anya corría con suerte.
Rió entre los dientes, sin mostrar estos. Una sonrisa se asomó en su rostro caucásico, tan indiscreta y pícara como su típico guiño o su sonrisa característica que no los hacían en son de malicia, sino naturalmente —Si me brindas —interpuso el dedo índice entre ambos rostros, acercando este a la nariz homóloga. Con un simple movimiento apretó, cual botón, la punta de la nariz de Anya—. Ya que es un trato, ¡en marcha! —apenas volteándose, dio un saltito hacia lo que podría llamarse el suelo estable de Pallasuz.
Tranquilamente caminó por un sendero que se encontraba a la izquierda de ambas. Lo que parecía un túnel, era alumbrado por pequeñas luces azules dispuestas en el techo con apariencia inestable —El lugar del cual te hablé no está muy lejos —viró el rostro para comprobar que Anya le acompañara.
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Re: Treasure, that is what you are
Siguió a su compañera asintiendo de vez en cuando.
Se mantenía en alerta; después de todo no sabía si algún robot podría atacarlas. Agradeció a todo ser humano dentro del juego por la habilidad de Ataraxia para conocer todo los lugares posibles, o de otra forma, Anya estaría en graves problemas tratando de descrifrar el camino que deberían tomar. Soltó un suspiro, y se acomodó la bufanda, avanzando prácticamente a zancadas para alcanzar a la atractiva mujer. — Ya, pero... — hizo una pausa, y frunció el ceño. Acababa de caer en la cuenta que no había respondido nada acerca de su humor, pero quitó esos pensamientos rápidamente, y se aclaró la garganta. — ¿No sería mejor tratar de rastrearlo? — preguntó, y se llevó la mano al mentón.
Por que así lo hacen todos en la milicia.
Quiso decirle, pero cerró los ojos en cambio.
— Olvídalo, es una terrible idea. Debemos concentrarnos en evitar a los bots y terminar rápido. Por lo que leí, estaban preocupados por, ejem, Bowwer.
Preparó su 3DMG, expulsando un poco de gas para liberar las articulaciones del aparato. Y sonrió. — Si me dices por donde, puedo cargarte y llevarte más rápido.
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Re: Treasure, that is what you are
—No es una mala idea, en realidad. Solo si quieres ser intrépida —movió la cabeza, dedicándole un vistazo a Anya—. El detalle es que la milicia tiene autorización para, incluso, manipular a los bots. Estos son muy sensibles cuando alguien más utiliza un rastreador, por lo que esas luces se pondrían en rojo automáticamente —pestañeó una vez, con aire tranquilo, mientras señalaba una de las luces dispuestas en el techo de ese túnel. Ese era el sistema de defensa de Pallasuz, aunque simple, deseaban proteger el lugar de la posible amenaza de virus y corruptos.
Se trasladó varios metros más hasta escuchar acerca de Bowwer —Sí. El primer llamado fue aceptado, pero no obtuvieron buenos resultados... —ladeó el rostro, con rostro pensativo, dejando descansar el dedo índice cerca de una comisura de sus labios. No sería difícil deshacerse de los bots si estos aparecían, porque a veces tendían a ser bastante estúpidos; y con la velocidad necesaria, se les podría perder más fácilmente.
El sonido de un aparato a gas le obligó a volver a observar a Anya. Alrededor de la cintura ajena yacía un extraño aparato. Sabía que las palabras ajenas iban acompañadas de la presencia de ese objeto —Oh, ¿qué es eso? —inquirió impresionada, inclinándose un poco hacia el extraño objeto mecanizado que usaba gas—. Si funciona tan bien, entonces solo hay que seguir directo y lo que nos iba a tomar 20 minutos, puede ser totalmente diferente —mientras señalaba al frente, era notorio que no le prestó mucho a la parte de cargar, sino a lo eficiente que podía ser un aparato como aquel para la búsqueda de algo imperito en el mundo de aeon.
Se trasladó varios metros más hasta escuchar acerca de Bowwer —Sí. El primer llamado fue aceptado, pero no obtuvieron buenos resultados... —ladeó el rostro, con rostro pensativo, dejando descansar el dedo índice cerca de una comisura de sus labios. No sería difícil deshacerse de los bots si estos aparecían, porque a veces tendían a ser bastante estúpidos; y con la velocidad necesaria, se les podría perder más fácilmente.
El sonido de un aparato a gas le obligó a volver a observar a Anya. Alrededor de la cintura ajena yacía un extraño aparato. Sabía que las palabras ajenas iban acompañadas de la presencia de ese objeto —Oh, ¿qué es eso? —inquirió impresionada, inclinándose un poco hacia el extraño objeto mecanizado que usaba gas—. Si funciona tan bien, entonces solo hay que seguir directo y lo que nos iba a tomar 20 minutos, puede ser totalmente diferente —mientras señalaba al frente, era notorio que no le prestó mucho a la parte de cargar, sino a lo eficiente que podía ser un aparato como aquel para la búsqueda de algo imperito en el mundo de aeon.
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Re: Treasure, that is what you are
Anya se inclinó, alzando sus brazos.
— Te cargaré, Blondie.
Anunció, como si fuese lo más obvio del planeta. A ella misma comenzaba a darle esa sensación de nervios. En la milicia, nunca había tenido problemas llevando a sus compañeros por los aires, más a los heridos. ¿Por qué, entonces, una chica le daba más miedo que un cuerpo sin piernas y órganos? Movió la cabeza, negando. Lo común sería explicarle lo que era el invento que los solados utilizaban, pero pensó que primero debería de trazar la ruta. Hizo caso a sus indicaciones, y las repitió varias veces en su mente, solo por si algo sucedía. Luego, le sonrió. — Ya lo has visto. Es el Three Dimensional Maneuver Gear. Podemos movernos por medio del gas y las correas. Es muy útil, pero necesitas habilidad. — dijo, orgullosa de sí misma.
Se apartó un mechón del rostro, y le sonrió.
— ¿Vamos, Atari?
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Re: Treasure, that is what you are
Enarcó una ceja —¿Cargarme? ¿Para qué? —como le encantaba los inventos y objetos inusuales, como misma maquinaria, nunca había depositado la adecuada atención a eso de puedo cargarte por parte de Anya. No evaluó le necesidad de algo así, más, pensó que esa aparato alrededor de la cintura femenina ajena podía trabajar para ambas, y si no, tenía su propia velocidad —un punto fuerte en ella— para apoyarse —¿Eh? Ya veo. Qué aparato tan interesante —soltó impresionada, con el deseo de poder aprender a utilizarlo si era posible.
Recapituló la última respuesta ajena, por lo que detectó algo evidente tras esta. Obviamente, solo Anya podía utilizarlo perfectamente, así que no era un aparato para ambas. Y, si no aceptaba aquella proposición, llegaría varios minutos después que allá; tomando en cuenta que con gas y correas se podía trabajar más rápido —Vamos, entonces —dijo en tono familiar, desarrollando confianza con Anya, especialmente cuando escuchó surgir de los labios ajenos un apodo de su propio nombre. Pero, antes de que ella le cargara, abotonó la chaqueta rojiza para evitar ciertos accidentes. Entonces, se acercó a Anya y puso los brazos sobre los hombros ajenos —Que quede claro esto: no soy una princesa —le sonrió ampliamente, sin veneno de por medio. Solo deseaba decirle, o al menos indirectamente, que aceptaba tal porque así podría adelantar más rápido la misión. Y solo pasaría una vez. Nunca deseaba sentirse como una inútil, pero tampoco era excesivamente orgullosa como para no aceptar ayuda.
Recapituló la última respuesta ajena, por lo que detectó algo evidente tras esta. Obviamente, solo Anya podía utilizarlo perfectamente, así que no era un aparato para ambas. Y, si no aceptaba aquella proposición, llegaría varios minutos después que allá; tomando en cuenta que con gas y correas se podía trabajar más rápido —Vamos, entonces —dijo en tono familiar, desarrollando confianza con Anya, especialmente cuando escuchó surgir de los labios ajenos un apodo de su propio nombre. Pero, antes de que ella le cargara, abotonó la chaqueta rojiza para evitar ciertos accidentes. Entonces, se acercó a Anya y puso los brazos sobre los hombros ajenos —Que quede claro esto: no soy una princesa —le sonrió ampliamente, sin veneno de por medio. Solo deseaba decirle, o al menos indirectamente, que aceptaba tal porque así podría adelantar más rápido la misión. Y solo pasaría una vez. Nunca deseaba sentirse como una inútil, pero tampoco era excesivamente orgullosa como para no aceptar ayuda.
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Re: Treasure, that is what you are
Utilizó sus brazos para cargar a Ataraxia, muy al bridal style.
Una vez que la mantuvo sujeta, y sin el riesgo a que tirase a su compañera en el aire, le sonrió. — No eres una princesa. — admitió, activando el sistema principal de su maquinaria. — Eres una princesa en apuros. — murmuró, y pegó un brinco al cielo. Las correas de su Maneuver Gear salieron disparadas hacia un montón de chatarra, y las dos mujeres comenzaron a moverse tan rápidamente que podrían ser confundidas por uno de esos automóviles flash. De vez en cuando, Anya tenía que sujetar con más fuerza a la mujer, mientras giraba rápidamente y esquivaba más basura tecnológica.
Ew.
Divisó a distancia el lugar donde pararían, y se dio cuenta de que habían pasado unos minutos en silencio. Se mordió la lengua, y disminuyendo la velocidad, habló. — Espero que esto sea mejor que ir a pie. — se sonrojó, pero evitó la mirada femenina al girar su rostro. ¡Que tonta había sido! Caminando podría tener más conversación con ella, y podría escucharla reír en lugar del estúpido aire chocando contra su rostro.
Bueno, todavía tenía una misión entera para encontrar algo de qué hablar.
Una vez que la mantuvo sujeta, y sin el riesgo a que tirase a su compañera en el aire, le sonrió. — No eres una princesa. — admitió, activando el sistema principal de su maquinaria. — Eres una princesa en apuros. — murmuró, y pegó un brinco al cielo. Las correas de su Maneuver Gear salieron disparadas hacia un montón de chatarra, y las dos mujeres comenzaron a moverse tan rápidamente que podrían ser confundidas por uno de esos automóviles flash. De vez en cuando, Anya tenía que sujetar con más fuerza a la mujer, mientras giraba rápidamente y esquivaba más basura tecnológica.
Ew.
Divisó a distancia el lugar donde pararían, y se dio cuenta de que habían pasado unos minutos en silencio. Se mordió la lengua, y disminuyendo la velocidad, habló. — Espero que esto sea mejor que ir a pie. — se sonrojó, pero evitó la mirada femenina al girar su rostro. ¡Que tonta había sido! Caminando podría tener más conversación con ella, y podría escucharla reír en lugar del estúpido aire chocando contra su rostro.
Bueno, todavía tenía una misión entera para encontrar algo de qué hablar.
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Re: Treasure, that is what you are
Whoop. Nunca se esperaba que le cargaran así, por lo que ambos ojos cielo se abrieron de par en par ante la impresión. Le había gustado saber que no era una princesa tras escuchar a Anya, pero no pudo oír las otras palabras (además de ser un susurro) que le seguían porque, de inmediato, la chica de cabellos oscuros ya se ponía en marcha a gran velocidad. Su atención se enfocó, más bien, en el sonido que emitía el aparato ajeno, conocido como Three Dimensional Maneuver Gear, y la facilidad con la que se encajaban esas correas a los escombros. Fue como si solo existiera ella y el funcionamiento de esa cosa inusual. Tanta fue su fascinación que ahora estaba considerando pedir un cambio de clase, para volver mecánica, porque le llamaba bastante la atención aquella estructura de ese medio de transporte como convencional.
—¡Wow! —disfrutando la situación emitió risueña, curvando los labios en una sonrisa y estirando la mano diestra entre su cabellera, para mitigar lo que el viento, a esa velocidad, ocasionaba con ésta. Y es que su abundante cabellera ondulada podía ser un problema en muchas ocasiones. Asimismo, evitaba que Anya tuviese problemas de visión—. ¡Claro que lo es! Es bastante divertido —nuevamente se encontró sonriendo con satisfacción, fijando aún su mirada en el panorama, y es que no tenía suficiente de esa sensación tan entretenida. Un poco de acción de vez en cuando, o ir a turbo le hacía sentir muy bien. Lo cierto es que, entre su fascinación y dicha sensación, no era consciente de las expresiones faciales de Anya, sobre todo porque la chica —o al menos eso creía ella misma— hablaba la mayoría del tiempo en tono serio —Estamos cerca... unos cuantos metros.
—¡Wow! —disfrutando la situación emitió risueña, curvando los labios en una sonrisa y estirando la mano diestra entre su cabellera, para mitigar lo que el viento, a esa velocidad, ocasionaba con ésta. Y es que su abundante cabellera ondulada podía ser un problema en muchas ocasiones. Asimismo, evitaba que Anya tuviese problemas de visión—. ¡Claro que lo es! Es bastante divertido —nuevamente se encontró sonriendo con satisfacción, fijando aún su mirada en el panorama, y es que no tenía suficiente de esa sensación tan entretenida. Un poco de acción de vez en cuando, o ir a turbo le hacía sentir muy bien. Lo cierto es que, entre su fascinación y dicha sensación, no era consciente de las expresiones faciales de Anya, sobre todo porque la chica —o al menos eso creía ella misma— hablaba la mayoría del tiempo en tono serio —Estamos cerca... unos cuantos metros.
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Re: Treasure, that is what you are
Anya asintió, y avanzó un poco más, hasta encontrar un lugar seguro para aterrizar.
Antes de bajar a Ataraxia, contempló el lugar donde se encontraban. Ciertamente podrían volverse un blanco fácil si no tomaban las precauciones necesarias. No quería repetir una escena como la del tren, donde las emboscaron y bueno, el plan no había funcionado como debería. La mujer bajó de sus brazos a su compañera, ayudándola a que pisara el suelo correctamente. El sonido del gas expulsándose le indicaba a Anya que aún podría utilizar su armamento, siempre y cuando los tubos del gas no se dañaran. — Bueno, usted comanda, my Lady. — hizo una reverencia, burlándose un poco de cómo Ataraxia había pasado de ser Goldie, Blondie a una princesa.
«Concéntrate, Anya.»
Retrocedió un paso, con sus espadas al aire.
— Yo solo la seguiré.
Y sonrió, enseñando su perfecta dentadura.
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Re: Treasure, that is what you are
Como un suspiro, llegaron al lugar destino. Con la ayuda de Anya, posó firmemente los pies contra el suelo de chatarra. Sus ojos se enfocaron en aquella zona, donde se lograba observar varios robots destruidos a medias y los restos de androides obsoletos emerger a leguas entre toda esa chatarra. Cabezas tiradas por doquier, ojos mecanizados que parecían fijar la mirada en las presentes, manos de tres dedos, completamente metálicas y casi parecidas a palancas, emergían cuales sombras crepitantes de los bosques o ramas de árboles marchitos. Sin lugar a dudas era un lugar tétrico, aunque podría ser el lugar perfecto para encontrar a Bowwer. Mientras posaba ambos manos sobre la cadera, se preguntó porqué les fue difícil encontrar a ese robot si existía esa sala en Pallasuz. O tal vez se trataba de la amplitud de ese laberinto.
Volvió el rostro hacia Anya —Mejor llámame sir o ma’am —insistía, pues no era una dama en apuros. Jamás—. Oh, no. Tú vas a buscar por allá... —apuntó a la región derecha de la sala, y luego a la izquierda— ... Y yo por acá —le sonrió ampliamente. Entendió que Anya solo quería estar alerta por si un monstruo aparecía de repente o si un bot defectuoso de ponía cómico—. Si barremos el lugar juntas, podrá ser más fácil encontrar a Bowwer. Créeme —no quiso sonar pedante o autoritaria, pero consideraba que era lo mejor.
Volvió el rostro hacia Anya —Mejor llámame sir o ma’am —insistía, pues no era una dama en apuros. Jamás—. Oh, no. Tú vas a buscar por allá... —apuntó a la región derecha de la sala, y luego a la izquierda— ... Y yo por acá —le sonrió ampliamente. Entendió que Anya solo quería estar alerta por si un monstruo aparecía de repente o si un bot defectuoso de ponía cómico—. Si barremos el lugar juntas, podrá ser más fácil encontrar a Bowwer. Créeme —no quiso sonar pedante o autoritaria, pero consideraba que era lo mejor.
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Re: Treasure, that is what you are
Anya asintió, y se giró sobre sus talones.
Probablemente las ideas de la pelirosa eran mejores que las propias. Aunque ella prefiriese acompañarla, no podía desobecer las órdenes de su líder. — Si encuentras algo puedes gritar, princesa. — le anunció, acomodándose por millonésima vez la bufanda. Su camino fue directo hacia un montón de chatarra vieja. Ya había recorrido un buen tramo desde el punto de encuentro, y hasta ese momento no había tenido éxito.
Pensó que tal vez la princesa tenía mejor suerte.
Soltó un suspiro, y se inclinó en el suelo. Estaba buscando un rastro, quizás algo que le indicara movimientos sospechosos en el basurero. — Uno, dos, tres... — trazó una línea recta, tratando de calmarse. Últimamente, Anya se despertaba a mitad de la noche, con dolores de cabeza y visiones que no lograba entender. Algunas veces le daban estos ataques en público, y era muy difícil controlarlos. No podía actuar de esa forma frente a su compañera. Se preocuparía o la abandonaría, y la soldado no sabía que opción era la peor.
Ella se sentía enferma, como si el funcionamiento de su cuerpo no fuese el correcto.
Tuvo que quitar esos pensamientos de su mente cuando sintió el suelo temblar. Se levantó, alzando sus dos espadas para el ataque. Una explosión a su espalda y el sonido de maquinaria pesada la obligó a girarse.
Demonios.
♦ Boss
Probablemente las ideas de la pelirosa eran mejores que las propias. Aunque ella prefiriese acompañarla, no podía desobecer las órdenes de su líder. — Si encuentras algo puedes gritar, princesa. — le anunció, acomodándose por millonésima vez la bufanda. Su camino fue directo hacia un montón de chatarra vieja. Ya había recorrido un buen tramo desde el punto de encuentro, y hasta ese momento no había tenido éxito.
Pensó que tal vez la princesa tenía mejor suerte.
Soltó un suspiro, y se inclinó en el suelo. Estaba buscando un rastro, quizás algo que le indicara movimientos sospechosos en el basurero. — Uno, dos, tres... — trazó una línea recta, tratando de calmarse. Últimamente, Anya se despertaba a mitad de la noche, con dolores de cabeza y visiones que no lograba entender. Algunas veces le daban estos ataques en público, y era muy difícil controlarlos. No podía actuar de esa forma frente a su compañera. Se preocuparía o la abandonaría, y la soldado no sabía que opción era la peor.
Ella se sentía enferma, como si el funcionamiento de su cuerpo no fuese el correcto.
Tuvo que quitar esos pensamientos de su mente cuando sintió el suelo temblar. Se levantó, alzando sus dos espadas para el ataque. Una explosión a su espalda y el sonido de maquinaria pesada la obligó a girarse.
Demonios.
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Re: Treasure, that is what you are
Suspiró suavemente, un gesto que indicaba —aunque tal vez Anya ni supiera— que Ataraxia no podría hacerle cambiar de parecer con respecto a cómo le llamaban. No le gustaban los apelativos como princesa o my lady, porque estos le hacían sentir débil. Aunque, ya se resignó, terminó encogiéndose de hombros y haciéndose oídos sordos cada que escuchara esos motes por parte de su acompañante.
Avanzó en dirección al extremo al cual se iba a dedicar a explorar, como le indicó con anterioridad a Anya. Con un movimiento de su mano diestra, agitó la melena abundante hacia atrás, antes de ponerse en cuclillas e iniciar su búsqueda. Movió varios escombros realmente inservibles a un lado, piezas inútiles y desgatadas, y cabezas de robots defectuosos —lanzando estas por encima de su hombro—. Apartaba tranquilamente lo que veía a su paso, silbando como no estuviese perdiendo el tiempo. Relajada, solo encontraba cosas que no se parecían en lo absoluto a Bowwer, al cual estaba comenzando a concebir como un ente verdaderamente escurridizo y travieso.
Por un rato se detuvo, aún agachada, para así disponerse a echarle un vistazo al lugar. Barría lentamente con la mirada todo a su alrededor, al menos lo que le correspondía en esa sala, en un intento por encontrar algo que estuviera en buen estado o llamativo, porque esto sería un indicio de Bowwer. Si bien la misión no parecía ir viento en popa, nada malo sucedía en sí... hasta que ocurrió la típica explosión y el oportuno temblor a sus espaldas —¿Otra vez? —ante el sonido de entrañas mecánicas, giró los ojos, refiriéndose a su anterior visita a Pallasuz, que terminó en una lucha contra un gigante mecanizado (previamente como seis individuos mecánicos) al lado de un templario. Parecía ser famosa ahí, o el lugar era toda una atracción. Viró el rostro caucásico, posando los ojos en el enemigo que apareció de repente—. ¿Estás preparada, Anya? —elevó la voz. De entre su chaqueta extrajo el set de pistolas, Polaris y Cassiopeia, apuntando con estas a la criatura gigante.
Avanzó en dirección al extremo al cual se iba a dedicar a explorar, como le indicó con anterioridad a Anya. Con un movimiento de su mano diestra, agitó la melena abundante hacia atrás, antes de ponerse en cuclillas e iniciar su búsqueda. Movió varios escombros realmente inservibles a un lado, piezas inútiles y desgatadas, y cabezas de robots defectuosos —lanzando estas por encima de su hombro—. Apartaba tranquilamente lo que veía a su paso, silbando como no estuviese perdiendo el tiempo. Relajada, solo encontraba cosas que no se parecían en lo absoluto a Bowwer, al cual estaba comenzando a concebir como un ente verdaderamente escurridizo y travieso.
Por un rato se detuvo, aún agachada, para así disponerse a echarle un vistazo al lugar. Barría lentamente con la mirada todo a su alrededor, al menos lo que le correspondía en esa sala, en un intento por encontrar algo que estuviera en buen estado o llamativo, porque esto sería un indicio de Bowwer. Si bien la misión no parecía ir viento en popa, nada malo sucedía en sí... hasta que ocurrió la típica explosión y el oportuno temblor a sus espaldas —¿Otra vez? —ante el sonido de entrañas mecánicas, giró los ojos, refiriéndose a su anterior visita a Pallasuz, que terminó en una lucha contra un gigante mecanizado (previamente como seis individuos mecánicos) al lado de un templario. Parecía ser famosa ahí, o el lugar era toda una atracción. Viró el rostro caucásico, posando los ojos en el enemigo que apareció de repente—. ¿Estás preparada, Anya? —elevó la voz. De entre su chaqueta extrajo el set de pistolas, Polaris y Cassiopeia, apuntando con estas a la criatura gigante.
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Re: Treasure, that is what you are
Anya se mordió la lengua.
Para cuando giró el rostro, Ataraxia ya estaba a su lado. La soldado se preguntó si había estado mucho tiempo observando al monstruo, o si su compañera era demasiado rápida. Ella había estudiado a la criatura que había salido de la nada, pensando en lo mucho que les costaría atravesarlo con esa armadura construída a base de engranes y maquinaria pesada. Del robot salía gas, parecido a lo que hacía su 3DMG cuando volaba. — ¿Algún plan? — Anya se acomodó la bufanda, y retrocedió un paso.
No logró escuchar la respuesta de Goldie, por que una de las manos del robot se estrelló directamente entre el espacio que las separaba.
La soldado pegó un brinco hacia un lado, y rodó sobre su propio cuerpo para alejarse de la batalla. Entre el caos, el polvo y las explosiones causadas, buscó a Ataraxia. No parecía haber sido dañada. Por otra parte, pensó en las probabilidades. Si atacaba al enemigo con sus espadas... podían atravesar casi todo, pero el robot la alcanzaría o cortaría sus cables si pasaba frente a él. Necesitaba una distracción. Otro golpe fue directo hacia ella, y lo esquivó por los pelos. Activó las correas de su máquina, y buscó en el aire a su compañera.
— ¡Eh, princesa! — esquivó la mano robótica, pero no bajó al suelo. — Necesito una buena distracción.
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Re: Treasure, that is what you are
A un lado de Anya, así podría estar pendiente de la condición de la chica y, por sobre todo, ayudarse mutuamente. Aquella entidad, de la cual emanaba gas a millón, le inspiraba la ligera sospecha de que no sería tan fácil de vencer como el otro gigante mecanizado que enfrentó junto a Saganiel. Observándole detenidamente, se veía hasta más prepotente al ostentar una armadura gruesa, poseedora de un gran arsenal. Ante la pregunta de su compañera, iba a responderle con algo como atacar desde dos ángulos, pero el movimiento veloz de la criatura le sobresaltó ligeramente. Se movió a su lado izquierdo, esquivando el gran brazo —o lo que fuera— del gigante. Vaya, vaya... Ni un café le invitaba antes de iniciar el rodeo. No comía cuentos el enemigo, por lo visto, pues eliminarles en un santiamén era más que una prioridad.
Tosió suavemente ante le nube de polvo. Qué pesado. Por ahí utilizaría a Spica, la bazooka especializada, pero antes tenía que observar alguna debilidad de la criatura. Se percató que esa bestia no le estaba atacando, sino que parecía querer aplastar a Anya. Mientras ellos se encontraban absortos en una lucha, extrajo a Desert Storm, un revólver semiautomático, de sus ropajes. Utilizaría esa arma primero que la bazooka o su set de pistolas.
Haciendo uso de su 3DMG, Anya volaba por los aires. Eso captó la atención de la gunner, quien iba a disparar con el revólver —¡No tienes ni que mencionarlo! —sonrió con determinación y un deje de picardía. Inmediatamente apretó el gatillo del revólver, provocando que se cargarse la bala y brillara el interior del arma. Una vez que soltó el gatillo, la bala salió disparada con mucha potencia y carga hacia lo que parecía ser la cabeza del ser mecanizado. Cuando el objeto pequeño y volador impactó en el punto clave, generó un chirrido molesto. Fue un ataque efectivo, por lo que el efecto secundario de la Desert Storm se accionó al instante, surgiendo una ráfaga momentánea que aumento el daño y captó la atención del gigante. Le había herido un poco, aunque no lo suficiente para hacerle retroceder; solo fue un empujón o un simple pinchazo.
El gigante alzó el puño contra Ataraxia, estampándolo directo en la chatarra. La chica lo había esquivado con creces debido a su velocidad pronunciada.
Tosió suavemente ante le nube de polvo. Qué pesado. Por ahí utilizaría a Spica, la bazooka especializada, pero antes tenía que observar alguna debilidad de la criatura. Se percató que esa bestia no le estaba atacando, sino que parecía querer aplastar a Anya. Mientras ellos se encontraban absortos en una lucha, extrajo a Desert Storm, un revólver semiautomático, de sus ropajes. Utilizaría esa arma primero que la bazooka o su set de pistolas.
Haciendo uso de su 3DMG, Anya volaba por los aires. Eso captó la atención de la gunner, quien iba a disparar con el revólver —¡No tienes ni que mencionarlo! —sonrió con determinación y un deje de picardía. Inmediatamente apretó el gatillo del revólver, provocando que se cargarse la bala y brillara el interior del arma. Una vez que soltó el gatillo, la bala salió disparada con mucha potencia y carga hacia lo que parecía ser la cabeza del ser mecanizado. Cuando el objeto pequeño y volador impactó en el punto clave, generó un chirrido molesto. Fue un ataque efectivo, por lo que el efecto secundario de la Desert Storm se accionó al instante, surgiendo una ráfaga momentánea que aumento el daño y captó la atención del gigante. Le había herido un poco, aunque no lo suficiente para hacerle retroceder; solo fue un empujón o un simple pinchazo.
El gigante alzó el puño contra Ataraxia, estampándolo directo en la chatarra. La chica lo había esquivado con creces debido a su velocidad pronunciada.
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Re: Treasure, that is what you are
La mente de Anya estaba trabajando rápidamente para encontrar una forma de acabar con ese monstruo.
Ataraxia no parecía sorprendida; no podía culparla, conocía Pallasuz mucho mejor que la soldado. Anya se sorprendió cuando la distracción por parte de su compañera hizo efecto: el animal robótico se movió lentamente hacia la pelirosa, buscando atacarla. La pelinegra entonces, aprovechó para intentar atacarle. Con maniobras ágiles y rápidas, logró moverse con su 3DMG sin ningún problema, esquivando los brazos robóticos y saliendo exitosamente del punto de mira. Esperaba que la princesa esquivase los ataques que la máquina llegase a proporcionarle, de otra forma tendrían severos problemas.
— ¡Atar...!
Gritó, pero no pudo terminar la comanda.
Un brazo robótico salido de quién-sabe-donde sujetó los cables de su propia maquinaria, y la lanzó lejos.
Anya se giró para caer sobre su hombro izquierdo, evitando desgastarse de más el lado derecho. Su prioridad en todas las misiones era salir ilesa de su brazo derecho, el que más utilizaba y probablemente el único que podía serle útil. Su caída fue a cinco metros de la Gunner. Su hombro ardía. Los números comenzaban a descender rápidamente en su barra de vida. Un solo golpe había sido capaz de tirarle un cuarto de su vida total. Se incorporó pesadamente, sujetando su hombro con la mano derecha. Activó el sistema de seguridad del 3DMG, y las correas regresaron dentro de las pesadas cajas.
¿Cómo derrotarían a esa cosa?
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Re: Treasure, that is what you are
El tamaño de esa bestia colosal con piezas mecánicas era inigualable, por lo que estaba más por decir que su fuerza de ataque sería equivalente que su peso. Aún así, esa criatura se apreciaba algo lenta, especialmente para las capacidades de desplazamiento de Ataraxia.
El gigante parecía mirarle, algo que ella misma no sabría determinar porque era incapaz de apreciar ojos mecánicos en su casco. Aún así, tenía la ligera impresión que así era. Sabía que toda la atención de la criatura se encontraba enfocada en ella, por lo que con solo esquivar y atacar de vez en cuando resultaría en un éxito. No obstante, en el campo de batalla todo es improvisado. Las estructuras cambian y los monstruos desarrollan una percepción más sensible de su entorno cuando se prolongaban las batallas. O era eso, o el coloso era bastante inteligente.
No se esperaba aquel movimiento.
Una exclamación ahogada se quedó en la garganta de Ataraxia al ver como la bestia lanzaba, cual palillo para dientes, a Anya. Siguió con la mirada la caída en picada de su compañera, mientras su rostro trascendía del asombro al enojo. Sí, ahora sí se enervó. Si bien estaba preocupada por Anya, no tuvo tiempo para dedicarle primeros auxilios o cuidado, sobre todo cuando el gigante comenzaba a avanzar hacia ambas. Primero había que defenderse y luego preocuparse por las heridas —¡Aléjate! —espetó para Anya. En ese instante, en presencia del caos, tuvo una idea tan repentina cual estrella fugaz. Entonces, se echó a andar, pasando por entre las piernas mecánicas. La criatura se dio cuenta de aquello, por lo que intentó agarrar a Ataraxia, quien evitó tal acto al dispararle al brazo mecánico en su punto de conexión con la mano y el brazo. Este ataque por parte de la gunner provocó que esa mano en forma de pinza con tres dedos detuviera su funcionamiento, incapacitándolo para que el enemigo pudiese agarrarles... Aún así, podía lanzar cuando quisiera su miembro superior contra ellas.
Haciendo gala de su velocidad excepcional, Ataraxia logró recorrer un gran trecho antes de que la criatura se movilizara luego del ataque ajeno. La fémina guardó el revólver, provocando que la bazooka apareciera sobre su hombre derecho. Tomó el arma de largo alcance y potente ataque, para capturar la espalda mecánica, volteándose para encarar la aprte trasera del enemigo. Al principió había decidido utilizar a Spica cuando encontrara la debilidad del enemigo, pero al apreciar como hirieron a Anya, los planes cambiaron. Se arrodilló sobre la chatarra, para tener un mejor punto de fijación y abarcar muchísimo mejor la espalda de la maquinaria enemiga. Una vez que la bazooka con sistema inteligente le avisó que todo iba viento en popa al emitir un lock on en su pantalla, Ataraxia apretó el gatillo dos veces seguidas. Dos misiles se dispararon del cañón, volando a gran velocidad uno al lado del otro debido a los comandos del arma de fuego para, inmediatamente, impactar en la espalda del coloso. Fueron cuestiones de segundo, justo antes de que él decidiera moverse para perseguir a la gunner. Debido al ataque, la criatura perdió el equilibrio, sufriendo graves daños a nivel de su espalda y cayéndose de medio lado.
Y, aunque estuvo fácil aquello, las cartas se voltearon. De una apretura en su torso expulso fuego directo a Anya. Ella misma había puesto en peligro la vida de su compañera, algo que nunca se esperó —¡Anya! —gritó desesperada, bajando la bazooka.
El gigante parecía mirarle, algo que ella misma no sabría determinar porque era incapaz de apreciar ojos mecánicos en su casco. Aún así, tenía la ligera impresión que así era. Sabía que toda la atención de la criatura se encontraba enfocada en ella, por lo que con solo esquivar y atacar de vez en cuando resultaría en un éxito. No obstante, en el campo de batalla todo es improvisado. Las estructuras cambian y los monstruos desarrollan una percepción más sensible de su entorno cuando se prolongaban las batallas. O era eso, o el coloso era bastante inteligente.
No se esperaba aquel movimiento.
Una exclamación ahogada se quedó en la garganta de Ataraxia al ver como la bestia lanzaba, cual palillo para dientes, a Anya. Siguió con la mirada la caída en picada de su compañera, mientras su rostro trascendía del asombro al enojo. Sí, ahora sí se enervó. Si bien estaba preocupada por Anya, no tuvo tiempo para dedicarle primeros auxilios o cuidado, sobre todo cuando el gigante comenzaba a avanzar hacia ambas. Primero había que defenderse y luego preocuparse por las heridas —¡Aléjate! —espetó para Anya. En ese instante, en presencia del caos, tuvo una idea tan repentina cual estrella fugaz. Entonces, se echó a andar, pasando por entre las piernas mecánicas. La criatura se dio cuenta de aquello, por lo que intentó agarrar a Ataraxia, quien evitó tal acto al dispararle al brazo mecánico en su punto de conexión con la mano y el brazo. Este ataque por parte de la gunner provocó que esa mano en forma de pinza con tres dedos detuviera su funcionamiento, incapacitándolo para que el enemigo pudiese agarrarles... Aún así, podía lanzar cuando quisiera su miembro superior contra ellas.
Haciendo gala de su velocidad excepcional, Ataraxia logró recorrer un gran trecho antes de que la criatura se movilizara luego del ataque ajeno. La fémina guardó el revólver, provocando que la bazooka apareciera sobre su hombre derecho. Tomó el arma de largo alcance y potente ataque, para capturar la espalda mecánica, volteándose para encarar la aprte trasera del enemigo. Al principió había decidido utilizar a Spica cuando encontrara la debilidad del enemigo, pero al apreciar como hirieron a Anya, los planes cambiaron. Se arrodilló sobre la chatarra, para tener un mejor punto de fijación y abarcar muchísimo mejor la espalda de la maquinaria enemiga. Una vez que la bazooka con sistema inteligente le avisó que todo iba viento en popa al emitir un lock on en su pantalla, Ataraxia apretó el gatillo dos veces seguidas. Dos misiles se dispararon del cañón, volando a gran velocidad uno al lado del otro debido a los comandos del arma de fuego para, inmediatamente, impactar en la espalda del coloso. Fueron cuestiones de segundo, justo antes de que él decidiera moverse para perseguir a la gunner. Debido al ataque, la criatura perdió el equilibrio, sufriendo graves daños a nivel de su espalda y cayéndose de medio lado.
Y, aunque estuvo fácil aquello, las cartas se voltearon. De una apretura en su torso expulso fuego directo a Anya. Ella misma había puesto en peligro la vida de su compañera, algo que nunca se esperó —¡Anya! —gritó desesperada, bajando la bazooka.
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Re: Treasure, that is what you are
Solo podía permitirse observar a Ataraxia mientras luchaba contra esa bestia.
El hombro le dolía como los mil demonios, y quizás se había roto algo. Su forma humana fuera del juego tendría las consecuencias, eso lo sabía. Aún así, hizo un intento por mantenerse en pie. La zona en la que había caído le daba un mínimo de cobertura a los ataques. Anya veía asombrada todo el plan B de la pelirosa, y se sentía mal por dudar de ella en la primera misión que compartieron. Pero ahora necesitaba ayuda. Mucha ayuda. La pelinegra se mordió el labio, intentando no caer a causa del dolor en su hombro, y retrocedió un paso. La bestia gigante sería todo un reto para ellas, pero lo que más llamó su atención fue un animal escurridizo que jugaba en las patas del robot.
No puede ser.
Tenía que ser una broma.
Ahogó un gritito de dolor, y se giró hacia Ataraxia. Estuvo a punto de preguntarle lo que pasaba, cuando lo escuchó. Sus ojos se abrieron como platos, y estuvo a punto de dejar caer su dúo de espadas. — ¡Princesa, Bowwer! — Retrocedió, carraspeando. Una llamarada le pasó a su costado, y el calor le regresó la adrenalina que necesitaba. Hizo una pirueta, retrocediendo de poco en poco, alternando sus maniobras entre esquivar el fuego y no morir por culpa de un trozo de chatarra. Esperaba ser una buena distracción mientras Ataraxia continuaba con la parte importante de la misión: encontrar a Bowwer.
Anya pensó en lo tonto que sería activar el 3DMG.
El fuego quemaría las correas, o peor, el robot la golpearía nuevamente. Ella no estaba segura si podría soportar otro golpe como ese. Verificó su barra de salud, que comenzaba a subir poco a poco. La distracción era buena, pero el robot comenzaba a cansarse. Anya podía predecirlo. Se cansaría de jugar con las llamas y atacaría a la pelirosa. Eso no estaba dentro del plan. La soldado se armó de valor, y extendiendo sus espadas, comenzó a correr directamente hacia el robot. Esquivó por suerte un golpe, y tuvo que rodar sobre sí misma para evitar unas llamas. Probablemente tenía el cabello chamuscado. Probablemente tendría heridas urgentes, pero lo más importante en ese momento era mantener a Ataraxia fuera del campo de batalla.
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Re: Treasure, that is what you are
Una mezcolanza de alivio y preocupación le rigió. Anya había logrado esquivar las llamaradas, aún así, se encontraba en peligro porque la criatura mecánica seguiría atacando sin cesar. Ahora, mientras la chica se disponía a ser el cebo, evidentemente cambiándose los papeles, ella misma atacaría con Spica. Claro, si el grito de Anya no le hubiese detenido en ese instante. Escuchó un nombre familiar provenir de los labios ajenos, el nombre de Bowwer. No pudo evitar ladear la cabeza, sumergida en confusión ante ello, hasta que ciertos soniditos divertidos y robóticos que se escuchaban cerca de ella, captaron su atención.
Viró el rostro en dirección a eso.
¿Qué?
¡Oh, Anya tenía razón! ¡Era Bowwer jugando cerca de los pies del monstruo de hojalata! Una teoría alocada surgió en un momento crítico como ese, siendo basada en que Bowwer estaba al lado, debajo o incluso en la madriguera del enemigo. Por ello no le encontraban. Ahora, si ese robot travieso se atravesaba en el campo del gigante, sería un grave problema, porque al romperse no podrían obtener la recompensa. Entonces, para intentar ponerle fin a todo eso, tras la crisis de que Bowwer pudiese romperse porque el enemigo se comenzaba a levantar, Ataraxia disparó los cuatro misiles que le quedaban. Estos impactaron directo en la espalda expuesta del monstruo de engranajes, provocando más daños a la especie de cadera que poseía y atravesado la coraza que le componía el torso, creando un pequeño hueco; asimismo, impidió que pudiese levantarse. Por desgracia, la criatura comenzó a sobrecalentarse, con intenciones de autodestruirse para llevarse a las jugadoras, y a Bowwer, consigo.
Como era una medida desesperada, la gunner también sintió la desesperación y preocupación azotarle, sin embargo, se percató que en el centro de la espalda expuesta había una especie de esfera palpitante color rojiza, fácil de apreciar por el torso ya que logró perforarlo con los misiles. ¡Era el centro de vida de la criatura! Uno que ya estaba maltrecho, pero con suficiente capacidad para lanzar el último suspiro en una explosión devastadora si llegaba a cumplir el procedimiento de autodestrucción hasta el final —¡Anya, destruye el centro rojizo! —soltó a Spica, la cual cayó de seco en el suelo, y envolviendo sus labios con las manos pudo gritarle aquello. Seguido de esto, señaló con el dedo índice el centro —¡Rápido! —la soldado estaba más cerca para cumplir con dicha tarea, y sus espadas le beneficiaban. Confiaba en que ella tendría éxito, por una vez que cesaran las actividades de ese centro, todo saldría bien.
Viró el rostro en dirección a eso.
¿Qué?
¡Oh, Anya tenía razón! ¡Era Bowwer jugando cerca de los pies del monstruo de hojalata! Una teoría alocada surgió en un momento crítico como ese, siendo basada en que Bowwer estaba al lado, debajo o incluso en la madriguera del enemigo. Por ello no le encontraban. Ahora, si ese robot travieso se atravesaba en el campo del gigante, sería un grave problema, porque al romperse no podrían obtener la recompensa. Entonces, para intentar ponerle fin a todo eso, tras la crisis de que Bowwer pudiese romperse porque el enemigo se comenzaba a levantar, Ataraxia disparó los cuatro misiles que le quedaban. Estos impactaron directo en la espalda expuesta del monstruo de engranajes, provocando más daños a la especie de cadera que poseía y atravesado la coraza que le componía el torso, creando un pequeño hueco; asimismo, impidió que pudiese levantarse. Por desgracia, la criatura comenzó a sobrecalentarse, con intenciones de autodestruirse para llevarse a las jugadoras, y a Bowwer, consigo.
Como era una medida desesperada, la gunner también sintió la desesperación y preocupación azotarle, sin embargo, se percató que en el centro de la espalda expuesta había una especie de esfera palpitante color rojiza, fácil de apreciar por el torso ya que logró perforarlo con los misiles. ¡Era el centro de vida de la criatura! Uno que ya estaba maltrecho, pero con suficiente capacidad para lanzar el último suspiro en una explosión devastadora si llegaba a cumplir el procedimiento de autodestrucción hasta el final —¡Anya, destruye el centro rojizo! —soltó a Spica, la cual cayó de seco en el suelo, y envolviendo sus labios con las manos pudo gritarle aquello. Seguido de esto, señaló con el dedo índice el centro —¡Rápido! —la soldado estaba más cerca para cumplir con dicha tarea, y sus espadas le beneficiaban. Confiaba en que ella tendría éxito, por una vez que cesaran las actividades de ese centro, todo saldría bien.
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Re: Treasure, that is what you are
Anya carraspeó.
Ese estúpido robot tenía a Bowwer. ¡Nadie había podido encontrarlo! La orden de Ataraxia llegó a sus oídos con claridad, y dándose cuenta que se había quedado como tonta de pie, sin hacer nada mientras su compañera hacía todo lo demás, decidió que era tiempo de hacer algo útil. Activó las correas de su 3DMG, y con toda la contrariedad del mundo —y sintiendo que el mundo se le vendría encima si no atendía su hombro, y rápido— se elevó en el aire. Logró moverse a una altura en donde el robot no podría hacerle daño, pero las correas estaban un poco flojas: no soportaría mucho tiempo en el aire. Maldijo por lo bajo, y optó por hacer algo muy estúpido.
Justo cuando estaba sobre la espalda del colosal animal, se dejó caer.
Las correas del 3DMG regresaron a su sitio, y ella rodó en el aire para caer con gracia en la espalda robótica. Blandió sus espadas, buscando el punto de referencia que la pelirosa le había dicho. Ahí estaba, claro. El centro tan brillante que podría iluminar a toda Fortuna. Analizó la situación durante un momento, levantando las espadas. — ¡Princesa! Tome a Bowwer y salga de aquí, yo podré salir volando. — anunció, un poco dudosa.
Sus correas no soportarían una explosión, el gas del 3DMG.... oh diablos.
Pero lo importante era sacar a Ataraxia y a Bowwer del lugar.
Decidida, esperó hasta obtener una señal clara. El animal hacía ruidos bajo ella, y se movía frenéticamente, intentando escapar de su fatal destino. Cuando se aseguró que Ataraxia estaba fuera del campo de batalla, utilizó sus dos espadas para hacer un corte en forma de 'x' en el centro del robot. El sonido de mil vidrios rompiéndose llegó hasta los oídos de Anya. La soldado tuvo que sujetarse de una pieza de metal. El enemigo se estaba sobrecalentando, bastante aturdido por la pérdida de su fuente de energía. En cualquier momento ocurriría una explosión.
10, 9, 8, 7, 6...
Activó sus correas, pero algo inesperado la hizo detenerse.
La mano gigantesca del robot la estaba atrapando.
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Re: Treasure, that is what you are
La situación se complicó en extremo.
Ahora, con un puñal clavado en su corazón, alegóricamente, Ataraxia se debatía entre sus propios principios y aquello que Anya le pedía. ¿Cómo podría dejarle ahí? Pero... Pero si no se iba, entonces todo lo que hicieron sería en vano. Era absurdo. Solo estaban luchando contra una pieza gigantesca de hojalata, todo por culpa de ese susodicho Bowwer. Apretó fuertemente los ojos, intentando decidirse rápidamente con las agujas del reloj rasgándole la garganta. Si se quedaba, Anya se arriesgaría más de lo que estaba; si se iba, igual podría ser un peligro.
Mientras Anya yacía en la espalda del monstruo, Ataraxia hizo su decisión.
—Lo siento... —abrió los ojos, mirando con tristeza, por unos segundos, a la pelinegra. Luego, salió disparada hacia el maldito de Bowwer y lo tomó, cargándolo como si fuese un costal de papas. Corrió lejos de ahí, cruzando por el mismo camino que recorrieron hace una hora atrás. A la par que aceleraba el paso, escuchando sus jadeos y el sonido metálico del robot, la culpabilidad le golpeó.
Nada de eso estaba bien.
Chasqueó los labios, girando en su propio eje y devolviéndose al campo de batalla. ¡No le importaba lo que Anya pensara! ¡Al diablo! Jamás podría dejar a un compañero solo en batalla, donde él o ella arriesgaba todo y tenía las de perder. Si ambas terminaban en game over, no sería en vano, porque supo que le ayudó y fue fiel a sí misma.
Ataraxia hizo que Serendipity, la motocicleta voladora que la soldado apreció en la misión anterior, apareciera al lado derecho. La gunner se montó en el vehículo, encendiéndolo al mismo tiempo. Con velocidad, aplastó a Bowwer atrás de ella, en un supuesto asiento para pasajeros, y lo amarró con el cinturón de seguridad que casi nunca usaba Ataraxia. La criatura intentó librarse, pero estaba muy apretado. Entonces, apretó el acelerador y volvió al lugar donde acontecía la cruda pelea.
Al recibir la luz de dicha sala, apreció que Anya iba a ser capturada por el gigante mecanizado —Sueña —espetó con odio contra la criatura. Y tras poner el nitro a full, aceleró increíblemente como para alcanzar suficiente altura y así salvar a Anya. Cargaba a la chica cual princesa, mientras Serendipity se alejaba un poco del enemigo—. ¿Creíste que te iba a dejar sola? —sonrió ampliamente, con aire jovial a pesar de la situación—. ¿Ahora quién es la princesa? —como adornó a su pícara pregunta, guiñó el ojo—. Apartando las bromas... Tenemos una sola oportunidad para acabarlo. Yo rodearé a la criatura y, en el momento indicado, tú harás el resto. No tiene discusión, Anya —arrugó el entrecejo, mirándole. Lo decía porque la chica quería parecer la heroína de un cuento trágico, y no se lo iba a permitir. No cuando podía ayudarle.
No les quedaba mucho tiempo.
Ataraxia tomó el volante de ese vehículo y viró, acercándose a la criatura. El resto era trabajo de la soldado.
Ahora, con un puñal clavado en su corazón, alegóricamente, Ataraxia se debatía entre sus propios principios y aquello que Anya le pedía. ¿Cómo podría dejarle ahí? Pero... Pero si no se iba, entonces todo lo que hicieron sería en vano. Era absurdo. Solo estaban luchando contra una pieza gigantesca de hojalata, todo por culpa de ese susodicho Bowwer. Apretó fuertemente los ojos, intentando decidirse rápidamente con las agujas del reloj rasgándole la garganta. Si se quedaba, Anya se arriesgaría más de lo que estaba; si se iba, igual podría ser un peligro.
Mientras Anya yacía en la espalda del monstruo, Ataraxia hizo su decisión.
—Lo siento... —abrió los ojos, mirando con tristeza, por unos segundos, a la pelinegra. Luego, salió disparada hacia el maldito de Bowwer y lo tomó, cargándolo como si fuese un costal de papas. Corrió lejos de ahí, cruzando por el mismo camino que recorrieron hace una hora atrás. A la par que aceleraba el paso, escuchando sus jadeos y el sonido metálico del robot, la culpabilidad le golpeó.
Nada de eso estaba bien.
Chasqueó los labios, girando en su propio eje y devolviéndose al campo de batalla. ¡No le importaba lo que Anya pensara! ¡Al diablo! Jamás podría dejar a un compañero solo en batalla, donde él o ella arriesgaba todo y tenía las de perder. Si ambas terminaban en game over, no sería en vano, porque supo que le ayudó y fue fiel a sí misma.
Ataraxia hizo que Serendipity, la motocicleta voladora que la soldado apreció en la misión anterior, apareciera al lado derecho. La gunner se montó en el vehículo, encendiéndolo al mismo tiempo. Con velocidad, aplastó a Bowwer atrás de ella, en un supuesto asiento para pasajeros, y lo amarró con el cinturón de seguridad que casi nunca usaba Ataraxia. La criatura intentó librarse, pero estaba muy apretado. Entonces, apretó el acelerador y volvió al lugar donde acontecía la cruda pelea.
Al recibir la luz de dicha sala, apreció que Anya iba a ser capturada por el gigante mecanizado —Sueña —espetó con odio contra la criatura. Y tras poner el nitro a full, aceleró increíblemente como para alcanzar suficiente altura y así salvar a Anya. Cargaba a la chica cual princesa, mientras Serendipity se alejaba un poco del enemigo—. ¿Creíste que te iba a dejar sola? —sonrió ampliamente, con aire jovial a pesar de la situación—. ¿Ahora quién es la princesa? —como adornó a su pícara pregunta, guiñó el ojo—. Apartando las bromas... Tenemos una sola oportunidad para acabarlo. Yo rodearé a la criatura y, en el momento indicado, tú harás el resto. No tiene discusión, Anya —arrugó el entrecejo, mirándole. Lo decía porque la chica quería parecer la heroína de un cuento trágico, y no se lo iba a permitir. No cuando podía ayudarle.
No les quedaba mucho tiempo.
Ataraxia tomó el volante de ese vehículo y viró, acercándose a la criatura. El resto era trabajo de la soldado.
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Re: Treasure, that is what you are
Bueno, Anya quería matar a su compañera.
No solo había evitado una órden directa, si no que la había rescatado. Cualquier persona con sentido común aceptaría la salvación, pero la pelinegra estaba enojada. ¡Cómo pudo hacer eso! Ella era un soldado, estaba acostumbrada a lo golpes, las quemaduras y las peleas con diferentes tipos de seres. Ataraxia era totalmente diferente a ella, y si Anya debía decirlo, la vida de su compañera era más importante que la suya. Se mordió el labio, asegurándose de que ese vehículo llevara con seguridad a todos sus pasajeros —entre ellos, el escurridizo Bowwer— y asintió cuando el nuevo plan salió a la luz. Claro, la princesa la rescataba y aún así debía de hacer el trabajo pesado.
Ja-ja.
La mataría cuando todo eso terminara.
Anya entonces, decidió hacer algo totalmente inesperado: se colgó con sus piernas de la parte trasera del vehículo, activando sus correas para que se sujetaran en el mismo, en caso de que algo malo pasara. Con la cabeza invertida y su cuerpo comenzando a dar vueltas, extrajo sus dos espadas. — Princesa. — se aclaró la garganta, empuñando las armas con fuerza. — Necesito que el vehículo baje un poco más. — pidió, localizando con rapidez el punto débil de la bestia.
Una vez que Anya estuvo lo suficiente cerca, utilizó las correas para descender a la distancia necesaria. Con un movimiento en seco, sus espadas atravesaron la descomunal espalda de la máquina, que seguía haciendo ruidos extraños. Una cuenta regresiva apareció en el menú de ambas mujeres, y Anya, todavía colgada, miró a Ataraxia con ojos suplicantes.
«Debemos salir de aquí.»
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Re: Treasure, that is what you are
Ataraxia asintió ante la indicación, aún con la amplia sonrisa adornándole el rostro, para luego mover la motocicleta voladora hacia el gigante mecanizado. Los últimos segundos de esa criatura estaban contados, aunque, si no actuaban con velocidad, también estarían ellas mismas y Bowwer atrapados en la explosión.
Deseaba ayudarle, no obstante, gastó los misiles de su bazooka cuando el enemigo atacó a Anya, por lo que, por muy mal que sonara —y se pensara— todo el peso del fructífero escape estaba en manos de la solado. El resto de sus armas no podrían detenerle, en cambio, confiaba plenamente que el letal filo de esas espadas ajenas podrían acabar con todo. Además, su propia persona estaría allí en todo momento para ayudarle.
Una vez cerca de esa entidad, apreció cómo Anya atravesaba su interior. Inmediatamente, un sonido extraño surgió de su menú, provocando que Ataraxia observara éste para ver de qué se trataba. Chasqueó los labios al saber que igual estaban perdidas; así hubiesen derrotado al gigante, serían condenadas con una explosión inminente.
Desvió los ojos azulinos hacia el rostro de Anya. No tenía que descifrar qué transmitían esos ojos claros —¡Sujétate! —le espetó, para apretar el botón de nitro y así acelerar hasta velocidades nada indicadas. Serendipity cruzó la sala de chatarra, con la intención de atravesar el túnel, pero la gunner se percató —al mover el rostro para todos los lados en busca de una salida más rápida— que en el techo había un hoyo de salida, colándose la luz del sol. Ella no dudó un instante, con el reloj de la muerte pisándoles los talones, y se aventuró a tomar esa salida a la mano. Cuando cruzó el hoyo, alzando un poco más el vuelo sobre la motocicleta, escuchó la explosión que trajo una corta onda que apenas les embistió. Ataraxia se sujetó fuertemente al volante, utilizando una mano, y con la otra agarró un brazo de Bowwer, quien emitía sonidos de susto. Previamente había apretado un botón especial que desplegaba una tabla voladora que acogió los pies de Anya.
—¿Estás bien, Anya? —viró el rostro hacia atrás, donde Anya. Su tono afligido dejaba entreabrir la excesiva preocupación, esperando que la solado estuviese en la tabla voladora que se manejaba al son y distancia cercana de la motocicleta, y no atrapada en el humo de la explosión que se apreciaba a lo lejos de Pallasuz, mientras surcaban el cielo.
Deseaba ayudarle, no obstante, gastó los misiles de su bazooka cuando el enemigo atacó a Anya, por lo que, por muy mal que sonara —y se pensara— todo el peso del fructífero escape estaba en manos de la solado. El resto de sus armas no podrían detenerle, en cambio, confiaba plenamente que el letal filo de esas espadas ajenas podrían acabar con todo. Además, su propia persona estaría allí en todo momento para ayudarle.
Una vez cerca de esa entidad, apreció cómo Anya atravesaba su interior. Inmediatamente, un sonido extraño surgió de su menú, provocando que Ataraxia observara éste para ver de qué se trataba. Chasqueó los labios al saber que igual estaban perdidas; así hubiesen derrotado al gigante, serían condenadas con una explosión inminente.
Desvió los ojos azulinos hacia el rostro de Anya. No tenía que descifrar qué transmitían esos ojos claros —¡Sujétate! —le espetó, para apretar el botón de nitro y así acelerar hasta velocidades nada indicadas. Serendipity cruzó la sala de chatarra, con la intención de atravesar el túnel, pero la gunner se percató —al mover el rostro para todos los lados en busca de una salida más rápida— que en el techo había un hoyo de salida, colándose la luz del sol. Ella no dudó un instante, con el reloj de la muerte pisándoles los talones, y se aventuró a tomar esa salida a la mano. Cuando cruzó el hoyo, alzando un poco más el vuelo sobre la motocicleta, escuchó la explosión que trajo una corta onda que apenas les embistió. Ataraxia se sujetó fuertemente al volante, utilizando una mano, y con la otra agarró un brazo de Bowwer, quien emitía sonidos de susto. Previamente había apretado un botón especial que desplegaba una tabla voladora que acogió los pies de Anya.
—¿Estás bien, Anya? —viró el rostro hacia atrás, donde Anya. Su tono afligido dejaba entreabrir la excesiva preocupación, esperando que la solado estuviese en la tabla voladora que se manejaba al son y distancia cercana de la motocicleta, y no atrapada en el humo de la explosión que se apreciaba a lo lejos de Pallasuz, mientras surcaban el cielo.
Ataraxia- Player
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Re: Treasure, that is what you are
— Estoy bien.
Aseguró, y bajó las manos de sus oídos. No se había percatado que se los había cubierto. Quizás estaba acostumbrada a los entrenamientos en el coliseo con la opción del campo de minas, pero de una u otra forma, si Ataraxia le preguntaba, diría cualquier tontería. Por que Anya, hasta ese momento, no se había dado cuenta que el sistema comenzaba a fallar, que ese virus con el que estaba infectada comenzaba a traer sus jaquecas, sus problemas y las increíbles ganas de golpear algo. Debía de calmarse antes de cualquier otra cosa. Con un suspiro, y la ayuda de la tabla voladora, comenzó a respirar lentamente.
1, 2, 3, 4..
Ladeó el rostro, su concentración había muerto con los chirridos del pequeño Bowwer.
La soldado sonrió un poco, y se acomodó la bufanda. La explosión quedaba atrás al paso que el vehículo de la pelirosa avanzaba. ¿Por qué siempre la rescataba? La última vez, sin embargo, el trabajo había sido totalmente diferente. La pelea con el gigante de hierro, demostraba que eran un buen equipo. Anya dudó un poco, pero expandió el menú de contactos, añadiendo a la mujer a la lista de amigos. — Espero que no te importe, Goldie. — regresó a su apodo normal, por que después de todo, la princesa había resultado ser otra.
Se rió un poco, cerrando los ojos.
Sería un largo camino a casa.
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