Riders of the Last.... Temple?

Si algo sabía acerca de Mayaan es que había muchos lugares con mitos sobre grandes tesoros y claro, enemigos a los cuales enfrentarse, el problema era encontrar el punto especifico donde tenía que ir, el mapa que aparecía en su interfaz solo marcaba, jungla, jungla y mas jungla, por ello sería un tanto imposible encontrar las ruinas que contaban dentro de las leyendas y comprobar que todas estas eran verdad, o solo una mera mentira, además de eso, este era un punto donde las batallas entre jugadores estaban permitidas y era común que jugadores "inteligentes" se la pasaran esperando a que un novato llegara a esa tierra, con eso lo pudiera eliminar, ganar un poco de experiencia, además de obtener alguno de los items que cargaba el pobre, lamentablemente había algunos jugadores que recién entraban en Aeon y hacían grandes gastos para tener el "mejor personaje" pero sin saber usar nada de lo que tienen a las manos, era por ello que los jugadores que se encargaban de solo asesinar a otros ( también conocido como Player Killers ) buscaban a ese tipo de personas como objetivos primordiales.

Prefería por su cuenta ir solo, sin necesidad de estar en un vehículo, ni tampoco cargar  con muchas cosas, ahora para no tener problemas de movimiento, solo vestía con una camiseta negra y un pantalón oscuro, sin ahora tener la gabardina, eso sí, en su espalda cargaba un par de escopetas y en la cintura, de un cinto colaban un par de pistolas. Con gran destreza saltaba entre los arboles, conocía bien los puntos donde usualmente los "cazadores de jugadores" se ubicaban, principalmente eran Hunters que se aprovechaban de los arboles para prepararse y disparar con las armas de largo alcance para poder así tener una gran ventaja contra el oponente. Hasta ahora no había encontrado a uno de ellos, por lo que se quedo extrañado de esto ¿acaso era que estaban bastante ocupados? bueno, una cosa menos por la cual preocuparse.

— Ellos se lo pierden — Conocía que por su cabeza había un premio, calculado en 600 mil creditos, por lo que le pareció bastante extraño que no hubiera ningún jugador que tratara de obtener esa buena cantidad, al menos era un paseo agradable buscando por lo "imposible". Aunque sin poder disfrutar mucho de esto, pues varias flechas comenzaron a ser disparadas en su dirección, aunque estas las fue evitando con varios agiles saltos. — Nunca mas me volvere a quejar de algo que no quiero que pase — Suspiraba pesadamente, parecía ser que era un par de atacantes que estaban en movimiento, lamentablemente, no tenía el rango para poder atacar hacía ellos y hacer uso de su beast mode, sería un completo riesgo pues quizá uno de ellos pudiera matarlo de un solo ataque.

Apresurando el paso, se perdía entre los arboles y saltaba para bajar de ellos yendo a nivel de suelo, mas peligroso, pero habría mas oportunidad de perder a los cazadores que estaban tras de el, pasaron unos cuantos minutos de carrera a todo lo que podían sus piernas, hasta que logró apreciar que ya no había peligro cerca de el, por ello se detuvo, estaba a la mitad de una espesa parte, donde si no se movía, iba a terminar mas perdido. Con algunos pasos se fue abriendo paso, moviendo ramas de vegetación hasta que llegaba a un claro, abriendo de golpe los ojos ante lo que había logrado apreciar, una construcción similar a una pirámide de estilo maya, la cual parecía estar enterrada en el suelo, pues la punta no alcanzaba suficiente altura para superar las ramas de los arboles. — Perfecto, simplemente perfecto — Frotando las manos una con la otra, comenzando a avanzar en dirección de ese lugar, obviamente dentro seguro iba a encontrar algunas cuantas cosas, enemigos y claro, lo mas importante, algunos cuantos tesoros.

Ted inhaló una gran bocanada de aire.

Tensó el arco, apuntando a su objetivo con una flecha explosiva.

— Te tengo...

Se detuvo en seco. Otra figura había aparecido de la nada, acercándose al primer objetivo del cazador. Ted se mordió la lengua, y mantuvo su cabeza baja, oculto entre las ramas de un frondoso árbol. ¿Por qué, cuando tenía en la mira al jugador más guay de todo Aeon, entraba un mocoso a fracasar con su plan? Todos sabían que Mayaan era un sitio de muerte si no sabías como esquivar flechas y a cazadores experimentados. Y aunque él no quisiese admitirlo, era terreno peligroso para los propios de su clase. Había derrotado a otros dos cazadores en esa zona, volviéndose el líder momentáneo en un kilómetro a la redonda.

Esas pirámides le pertenecían.

Y mejor aún, los turistas también.

Decidió que lo mejor sería darles un poco de tiempo. Descubriría si el mocoso tenía algo en especial —después de todo, sospechaba que era diferente. Había pasado sus límites sin ningún problema— y si el chico que estaba ahí era peligroso en combate de armas a distancia. Sin embargo, Ted no bajó el arco. Con su ojo bueno enfocó al mayor, tratando de buscar algo que pudiese serle útil.

Sonrió de medio lado, y puso otra flecha en el arco.

Por si las dudas.

Eso era lo que estaba esperando, encontrar el templo escondido el cual seguro estaría lleno de retos y además de una buena recompensa, incluso esto provocaba que una sonrisa se ampliara en los labios producto de ello, dando un par de pasos hacía adelante para encaminarse a la entrada de ese lugar, mas entonces unos cuantos ruidos hicieron que reaccionara, moviendo las manos con velocidad hacía su cintura para tomar las armas, dando un giro sobre el propio eje para apuntar ambas armas directo hacía la frente de la persona que le había hablado, descubriendo que se trataba de un chico, aunque sabía que no era correcto dejarse llevar por las apariencias, pues en aeon hasta el personaje mas inocente podía ser un demonio que podría tener el poder suficiente para acabar con una buena cantidad de personas.

— Eres bastante bueno kiddo, ni siquiera escuche cuando llegaste — Bajaba las armas y las ponía de nuevo en las fundas, moviendo el cuerpo para de nuevo ir hacía adelante, avanzando a paso lento, girando apenas el rostro para ver en dirección del chico. — Anda, no te quedes atrás, vas a tener la aventura de tu vida en este momento — Volvía a mirar adelante, con un ademán de la mano llamando al chico a que le siquiera, el por su parte avanzando a paso lento en dirección de la construcción, no tenía idea de lo que podría encontrar ahí dentro pero ¿ le importaba ? En lo mas mínimo, como había dicho al joven de cabellos rojizos, esta sería una gran aventura, que a pesar de no haber conocido a quien le acompañaba, no iba a dejar a este fuera de todo ello, para nada, ese no era su estilo, por lo que continuó caminando, esperando que este chico se le pusiera a la par.

Sabía que había alguien mas en ese lugar, que quizá uno de los cazadores le siguió, pero no tenía ningún inconveniente en tal momento, era una mezcla entre seguridad y un tanto de arrogancia de no señalar que ya tenía conocimiento de la presencia de esta persona, esperaba que esta se terminara desesperando y con ello mostrara su presencia de algún modo, era un juego bastante peligroso, pero después de todo ¿ no era el tipo de juegos que mas le gustaba hacer ?.

Bueno, el niñato tiene talento.

Se balanceó con su propio peso en la rama del árbol, sujetando el arco con la boca y las flechas en la mano. Ted quedó colgando por sus pies, con la cabeza invertida. Pensó que no tenía más sentido esconderse; probablemente alguno de los jugadores tenía un rastreador o era buen olfateador. Era inútil quedarse en el anonimato. Además, si los ayudaba a encontrar la entrada del templo —no la que te llevaba a una muerte segura, claro— se divertiría mucho con los tesoros que lograran atrapar. Sonrió ampliamente, enseñando su perfecta dentadura. El arco cayó a sus manos, y aprovechando la oportunidad, apuntó sus dos flechas hacia los jugadores.

— ¡Pero miren lo que tenemos aquí!

Gritó dramáticamente.

Se balanceó de un lado a otro, divertido. — Un guapo y un nene. Debe de ser mi día de suerte. — disparó dos flechas hacia el suelo, justo a un metro de ellos. Unas correas delgadas brotaron de la parte trasera de las flechas, y Ted utilizó un boomerang que encontró en quién-sabe-dónde para usarlo como transporte. Maniobró, giró, se balanceó y bajó por el cable. Una vez que estuvo en tierra firme, les hizo una reverencia. — Soy Ted, mucho gusto. Ahora... — señaló el templo. — Yo no entraría por aquí, a menos que quieran morir bajo un montón de artefactos de tortura china. — otra pausa, y les guiñó con su ojo bueno. — Los cazadores vendrán pronto, muevan sus traseros de Kim Kardashian, porfavor.

Tomó las flechas del suelo y las metió a su carcaj.

El arco lo colocó en su espalda, y volvió a sonreírles.

Reconocía al mayor, pero no mencionaría nada sobre eso. Al menos, no aún.

El chico le había dado una sorpresa con sus habilidades ¿ acaso se trataba de un invocador ? No, no lo creía, conocía de algunos jugadores que ponían énfasis en la habilidad de poner sacar objetos desde su inventario sin necesidad de hacer un ademán en especial o esperar a que el menú apareciera en su interfaz, aunque nunca había visto que alguien lo hiciera tan rápido, pero primeramente, la actitud del pelirrojo hizo que no pudiera evitar una pequeña risa en los labios. — Según tengo entendido, hay varios templos aquí, el del jaguar, la serpiente emplumada, el sol, la luna y la muerte, pero, no tengo idea de cual se trate — Si algo había en Aeon, es que se habían creado leyendas como si fuera el mundo real, a pesar de ser un jugador con una experiencia que databa de los primeros días en que este mundo fue lanzado, el no había visto nunca una de las pirámides de Mayaan, incluso, entre esos mitos urbanos, existía la idea de que estos templos solo aparecían cada cierto tiempo y no era común que hicieran spawn cada que se reiniciara el servidor.

— Tenemos que aprove...— Sus palabras entonces fueron interrumpidas por alguien mas, girando el rostro para apreciar lo que hacía, al ver como descendía, tuvo la idea de que no se trataba de alguien experto o que conociera con quien estaba delante, pues en el tiempo que el extraño pelirrojo descendía por ese rapel, podría sacar una de las armas que portaba y le hubiera volado la cabeza, aunque, esto solo era una idea, pues no pensaba hacerlo, aunque con las palabras que decía, solo chasqueaba sus labios.

—Bien bien, entonces creo que toca seguirte — No era que desconfiara del recién llegado, pero tampoco le iba a entregar su confianza ciega de buenas a primera, de ahora en adelante iba a tener un ojo sobre este, aunque también el chico merecía que tuviera su atención, era extraño, pues de un paseo, había terminado en una completa aventura, donde logró su meta de encontrar esas pirámides, pero aún no conocía el precio que tendría que pagar por alcanzar eso.

— Ya.

Ted movió la mano, como si la escenita del tronco y las mil trampas jama´s hubiese sucedido. El niño parecía menos desconfiado que el grandulón. Podía estar tuerto, pero no era estúpido. El cazador le tendió una mano al pequeño, sonriendo ampliamente. — ¿Y tú, fortachón? ¿No me darás tu nombre o tendré que llamarte guapo? — le guiñó un ojo, y se llevó las manos a la nuca. ¿Podría luchar contra esos dos? Había soportado a una mujer loca que casi le quita la vida, esos dos serían interesantes. El guapo, como decidió llamarle, sería un problema. El niño no tanto. Ted soltó el aire de sus pulmones, y pensó en todas las veces que había logrado lo mismo: encontrar a turistas, jugadores, programas. Conducirlos al templo, ayudarlos y luego atacarlos.

Era un cabrón.

Esos dos, sin embargo, eran una excepción.

Los otros cazadores que estaban por ahí matarían a Ted, eso era seguro. Movió esos pensamientos de su cabeza, y señaló un costado del tempo. — La entrada es por ahí. Al menos, la entrada que no te mata. Si mal no recuerdo, hay un pasillo largo con algunos obstáculos. Tienes que encontrar una llave y activar la puerta. Blah, blah, blah. Dude, ¡todo esto es como un juego de Lara Croft! — exclamó, un poco emocionado.

Regresar al templo y atravesar todo nuevamente siempre le divertía. Así era como su invetario siempre estaba lleno de las cosas más extrañas y sin valor, pero eran items fuera de lo común a final de cuentas. Ted se ajustó el carcaj, sin parar de sonreírles. Su cabello anaranjado hacía un perfecto contraste con su piel pálida y su parche de cuero. Toda su persona gritaba «salvaje». Er una gran diferencia entre el chico de las pistolas y el niño. — Bueno, ¿comenzamos? Los templos no se exploran solos.

¿Decir su nombre? Siendo honesto, el no era del tipo de jugadores que se encargara de decir su nombre, ya era conocido, pero si el lo estaba pidiendo, ¿quien era el para no darle el gusto? — Preferiría que me llamaras por mi nombre, el cual es K — No le molestaba que le dijera de tal modo, aunque cuando le "guiñaba" el ojo, por ese parche, mas parecía que le estaba parpadeando, no haciendo un guiño como tal, por eso mostró una leve risa y luego miró hacía el chico, el cual aun tenía ese tronco en las manos y lo terminaba lanzando, lo que pasaría a continuación era como un dibujo animado, ruidos por doquier y luego el aserrín cual confeti.

Aunque ya se mostrara mas abierto, estaba aún desconfiado del chico del parche, mas después de pensarlo, se dio cuenta que también el mas pequeño era alguien de que preocuparse, no lo había notado al comienzo, eso quizá lo haría mas peligroso que aquel que llego haciendo ruido y haciendo notar su presencia, al ambos empezar a caminar, solo sonrió un poco. — Claro, después de ti — Dejando que el chico del parche terminara avanzando mas que el, permitiendo que se adelantara, obviamente esto primero mostraría que le estaba siguiendo, pero también era para evitar que hubiera sorpresas, al menos en esa posición podría ver los movimientos que este hiciera y poder sacar sus armas con la suficiente velocidad para poder contrarrestar sus acciones.

A pesar de estar emocionado por la idea de alcanzar un tesoro, no iba a descuidarse.

Ted soltó una risita por lo bajo.

Era increíble el nivel de desconfianza entre ellos. No podía culparlos, él mismo tenía un miedo infinito a las mujeres bonitas. No quería que pasara lo mismo con esa chica y su ojo raro. Soltó un bostezo, y avanzó unos cuantos metros con las manos en los bolsillos. Sintió la presencia de otro cazador cerca, pero no era una amenaza. Al menos, no por ahora. Ted los guió hacia la entrada lateral del templo. Había una trampilla de piedra en el suelo, cubierta de maleza y algunas flores de adorno. Para cualquier jugador podría pasar simplemente por una roca fea, pero para Ted, era el inicio a la aventura más próxima.

Observó a sus dos compañeros, y les sonrió.

— Antes de entrar, Kenny... — hizo una pausa, y luego vio al niño. — Ed, tenemos que decidir lo que haremos con el tesoro. No me gusta compartir lo que es mío.

Aclaró, y levantó la trampilla.

El sonido de la piedra contra otra piedra, y el olor a humedad y telarañas era cautivador. Ted olisqueó el lugar, y se sacudió las manos. — Es una caída en picado al agua, espero que sepan nadar.

Luego, se lanzó dentro del túnel.

Continuó caminando hasta que llegaban a la otra entrada y las palabras del chico del parche se hicieron presente, obviamente cuando lo decía, nada mas encogía de hombros un poco. — Primero hay que salir vivos de ese lugar ¿ no crees ? — Avanzó hasta ponerse junto a la entrada, viendo hacía esta, aunque escuchando lo que decía el chico, sabía que esa entrada podría ser algo peligroso, pero en todo caso ¿ como se iba a molestar por tener un poco de riesgo de vez en cuando ? era algo que le fascinaba.

Permitió que el chico del parche avanzara primero, pero antes de ir el, preparaba sus armas, tomando las escopetas de su espalda y enfundando estas entre sus manos, en caso de que tuviera que enfrentar a un riesgo dentro del agua, sea de un enemigo o sea del chico que les acompañaba, incluso del pequeño que estaba con ellos, pues en un mundo como Aeon, no había que confiarse de las apariencias. Una vez con las armas bien sujetas por el mango, se lanzaba de un salto por igual, echando los brazos hacía cada costado de su cuerpo para ganar una mayor velocidad, golpeando de lleno con el agua tras unos segundos.

Al momento pudo apreciar como en su interfaz aparecía el tiempo que tendría de estar bajo el agua, obviamente este iba descendiendo con lentitud, lamentablemente para el no pudo anticiparse y cargar con un equipo que le ayudaría a evitar ese tipo de problemas, mas, ahora esperaba que la salida estuviera cerca, por lo que con la mirada busco la presencia de alguno de quien le acompañaba.

El cazador se acostumbró a la oscuridad dentro del agua.

Una vez que sus ojos soportaron el líquido, ascendió a la superficie, respirando un poco. Bajo ellos no se veía nada. La poca luz que podrían haber obtenido fue bloqueda por la piedra —Gracias Ed, gracias—. Ted se mantuvo quieto un segundo, inspeccionando que ninguna trampa fuese activada.

— Escuchen, corazones. — hizo una pausa, y se quitó el agua del parche. — Si nadan demasiado bajo, las trampas se activaran. Cuchillas y cosas tan freaks nos rebanarán como una pizza. — aseguró su carcaj, su arco..., sus zapatos tendrían olor a pez y mugre. — Hay un tunel de almenos unos diez metros, todo en línea recta. Y oh, las paredes hacen cortes muy feos. Espero que no mueran. — se metió en el agua nuevamente, esperando que los dos jugadores le siguieran. El túnel, como bien describió, parecía la boca de un lobo. Las paredes eran áridas; cualquier toque con la piel crearía una buena cantidad de sangre y heridas difíciles de tratar.

Ted nadó un buen trayecto, concentrándose en cerrar los ojos de vez en cuando para asegurarse que sus compañeros estuvieran vivos.

La salida del túnel parecía próxima, había un poco de luz, y el agua termina en una cascada.

Pero algo lo hizo detenerse.

Ese templo no tenía una cascada.

Al estar nadando solo podía apreciar un poco de luz, aunque esta fue interrumpida de pronto, dejándolos casi en una completa oscuridad, movió un tanto el rostro, hasta que apreció que el pelirrojo frente a el ascendía, haciendo lo mismo para poder tomar un respiro, apreciando como su contador de aire se recuperaba por completo, aunque no fuera algo de lo que tuviera que preocuparse en primer lugar.

— Bien bien — Con un movimiento regresaba al agua y ya que había recibido bien las ordenes de como seguir, iba con mayor seguridad que antes, solo apreciando bien el entorno para evitar bajar mas de lo necesario, haciendo movimientos leves solo de brazos y piernas para poder continuar, cuidando bien de no tocar los muros como le habían advertido, hasta que al terminar el túnel, escucho una caída de agua, algo que no esperaba pues aquello no se le había informado.

Sentía la corriente de agua bastante fuerte, por lo que solo suspiro y dejo que esta lo llevara, cerrando los ojos y permitiendo que su cuerpo cayera por la cascada, aterrizando en el agua, apreciando después como su HP había bajado bastante, pero no lo suficiente como para preocuparse, lento se fue moviendo aún dentro del agua, saliendo de ella para apreciar que este se trataba de un pequeño lago, aquello era como un mundo dentro de esa piramide, algo que le sorprendió bastante, ahora, solo quedaba esperar al resto.

Algo andaba mal.

Salió a la superficie después de tan precipitada caída, y tuvo que quitarse el parche un segundo para expulsar el agua que se había colado. Una cicatriz bastante fea mantenía cerrado su ojo, pero pensó que sus compañeros estarían más ocupados intentando respirar que ver la horrible herida de batalla. Ted se pasó una mano por el cabello, y soltó un suspiro. De la nada se dio cuenta que su barra de vida había bajado considerablemente. Debía tener cuidado en otras partes del templo si no quería un game over. Sacudió la cabeza, nadando con fuerza hasta el borde más cercano. Ya fuera del agua y en tierra firme, observó el lugar.

La cascada terminaba en ese pequeño lago, que tenía una especie de costa y un camino rocoso.

— Los Game Masters debieron de cambiar la configuración del templo.

No era una pregunta. El cazador había abandonado ese tono de voz juguetón y tranquilo, a uno más serio. Se colocó el parche nuevamente, y sacó el agua de su carcaj. — Deben de estar realmente aburridos. — fue lo único que atinó a decir, antes de retirarse sus zapatos —compraría otros luego, no quería ir sonando como patito de hule por todo el recorrido—. Había muchas cosas que analizar. El plan A había cambiado totalmente. Las opciones habían quedado reducidas a tratar de sobrevivir o morir de una forma poco divertida.

El cazador cerró los ojos.

— Andando, no tenemos mucho tiempo.

Movió las piernas para ir hacía el borde, notando como los otros dos tenían sus maneras de bajar por la cascada, obviamente todos llegando al fondo como el y poco saliendo también del agua, el por su parte solo sacudiendo un poco las ropas mojadas.

— No son los Game Masters, quizá has corrido con suerte de que los templos en los que has estado se repiten, pero cada que el mapa se recarga, los templos cambian de lugar, por eso pocos tienes registro de ellos — Sabía bien que esto era cuestión de suerte, incluso en su mente se puso el pensamiento de que pueden haber sin fin de explicaciones razonables a todo este problema, mas allá de que los game masters tuvieran que ver con aquello, era la menor de las ideas que cruzaba por su mente y eso era pensar demasiado sobre esto.— Hay dungeons que dependiendo de la cantidad de usuarios que entran juntos, cambia la configuración por completo — Sin avanzar, movió el brazo en linea recta en el aire, formandose una pantalla de status, luego de esto, señalo a los dos chicos con el dedo índice, creando así la party, esto sería mejor que ir de ese modo, por lo menos al estar en este modo la función de PvP quedaba desactivada y no se podrían herir entre ellos, además, esto era mas como una medida de seguridad, no por tenerles miedo, si no para evitar tener que gastarse con ellos, para luego tener que gastarse en salir de ese templo.

— Hm.

No dijo nada más, pensó que no tendría sentido seguir discutiendo sobre el por qué los templos cambiaban. Ted había saqueado más templos con otros cazadores, y las cosas simplemente no cambiaban de un momento para otro. Se llevó una mano a la nuca, suspirando. — Como sea, Ed puede ayudar con los obstáculos normales. Así que habrá que movernos para no quedarnos atrapados. — alzó la vista. En todos los lugares que implicaban un desafío, un reloj aparecía siempre sobre las cabezas de los individuos. El reloj los seguiría hasta completar el laberinto, a menos que éste se quedara en ceros. Si eso pasaba.. tendrían grandes problemas.

El cazador comenzó a caminar por el lugar, palpando de vez en cuando el suelo.

Habría que asegurarse que no fuese piso falso, llevándolos a un abismo o algo como eso.

El camino los llevaba por una serie de túneles hechos de granito. Poca luz era la que podía filtrarse por la caverna en la que estaban. A paso lento pero seguro, los tres jugadores llegaron a un cruce; tres túneles los invitaban a tomar tres caminos diferentes. Ted masculló algo en su idioma natal, irlandés, cruzándose de brazos. — ¿Y ahora qué? Separarnos es estúpido. — preguntó, molesto. Los números del reloj seguían moviéndose, no era tiempo de abrir todo un debate para el camino a tomar.

Una vez que aceptaron la invitación a party, las barras de salud de cada uno estaban a la vista, por su parte, esta se encontraba por debajo de la mitad, producto de la caída que había sufrido, aunque tampoco era momento de ponerse a preocuparse por eso, si llegaba el tiempo en que tuvieran que pelear, ahí si habría que pensar en su barra, pero por el momento, esto era algo un tanto trivial, que si analizaba de sobremanera solo haría que perdiera el objetivo, un suspiro emano de sus labios al ver el camino.

— Si nos separamos solo gastaremos nuestro tiempo — Miro a su alrededor, tomando una piedra del suelo, sabía que esto podría ser suficiente para comprobar algo que tenía pensado, con un movimiento de látigo del brazo lanzó la piedra con fuerza hacía el camino derecho, la piedra no pasó mas que unos cuantos metros para que al momento una trampa fuera activada, liberando flechas que atravesaban todo el lugar, dejando hecha nada la piedra. — Bien, creo que por ahí no es — Tomó otra piedra del suelo, mirando hacía la puerta del centro, haciendo lo mismo, solo que esta vez, la piedra pasaba sin ninguna clase de peligro, obviamente, aterrizando unos cuantos metros delante, haciendo un leve ruido de golpeteo. — ¿Y bien? ¿ quieren probar la otra o ir por la del centro?.

Giro la vista hacía los otros dos, esperando por una respuesta por parte de ellos caminando un poco hasta que se detenía a unos cuantos pasos de la entrada del centro, quedando de espalda a ella aguardando por lo que dirían los demás.

— Izquierda.

Lo dijo tan rápidamente, que no tuvo tiempo para pensar si sus compañeros realmente querían tomar ese camino. Se alzó de hombros, por que demonios, tres caminos podían abrir más variables que una batalla en el centro de Hanner. Ted metió sus manos en los bolsillos, avanzando tranquilamente hacia el camino que parecía el correcto. Sus instintos —al igual que su sentido de todo, en realidad— parecían menores. Por el momento, no habría tanto peligro. Cuando ingresó al tunel, una serie de luces violáceas se encendieron en el techo, parecían simples motitas de luz, que se iban apagando con cada paso que el grupo daba.

Ninguna trampa se activó, ninguna situación extremista se salió de control.

«Es demasiado sencillo.»

El cazador se detuvo en seco, alzando la vista. El reloj se había quedado quieto. — ¿Pero qué demon...? — si quería decir algo más, no podría. Antes de que pudiese terminar, el suelo a sus pies desapareció.

El grupo estaba cayendo a la boca de un lobo.

El menor hacía uso de una piedra para comprobar que el camino izquierdo no tuviera trampas, cosa que le daba un poco de seguridad, parecía ser que era algo unanime, por lo que no iba a decir mas nada, solo levanto los hombros y se giro hacía el camino que habían decidido tomar, avanzando unos cuantos pasos para ir por el lugar elegido, aunque al solo avanzar un poco, sintió como el suelo empezaba a romper, hasta que les dejaba en una caída, nuevamente.

— Creo que nos equivocamos — Miro hacía abajo, no parecía que esa caída tuviera un fin, por lo que solo giro el rostro para buscar algún lugar, hasta que noto que era un camino bastante estrecho, por lo que solo extendió las manos hacía uno de los costados hasta aferrarse a este, encontrando algunas piedras salidas para poder detener la caída, obviamente esperaba que los otros pudieran hacer algo por igual para detener esto. — Tenemos que salir de aquí — Chasqueo los labios, mirando de nuevo hacía su alrededor, hasta que descubría un gran agujero en uno de los muros, guiándose con trabajos en dirección de este, tenía suficiente tamaño para alojar a una persona mayor de su tamaño, colándose en esta, girando para ver hacía el vació, esperando que ellos hubieran podido seguir las acciones que hizo y fueran donde el estaba, porque esta parecía ser la única manera de salir de ese lugar, sea como sea, aunque esto significara meterse en el lugar del peligro.