· Clash of strangers

¿Qué lo llevaba a estar allí? ¿Quizás búsqueda de acción?, quien sabe.  La cosa era que desde temprano se había establecido en Virne.  Las pocas  caras que cruzaba allí eran todo menos amigables, pero eso realmente le tenía sin cuidado más bien todo lo contrario, parecía disfrutar de aquellas expresiones cargadas de furia y deseos de conflicto. En cualquier momento no dudaba en que alguien iba a plantarse en su camino para retarlo a tener algún enfrentamiento, ¿Era eso lo que esperaba en realidad?, una sonrisa llena de gozo se dibujó en su semblante de tan solo imaginar y trazar eso en su mente.  Cada paso que daba era más pesado, y el clima parecía hacerse más y más tenso, pero la actitud de Jaeger no cambiaba en lo absoluto.  Quizás era esa seguridad y desinterés que el mostraba, lo que generaba aún más ira en el otro.  

Subió su diestra a la altura de su sombrero, tomándolo del borde, para así bajarlo un poco, ocultando su mirada, pero su sonrisa no se borraba en lo absoluto, parecía tan firme como los mismos tatuajes que llevaba en el cuerpo, bajo esa gastada capa que lo cubría absolutamente todo, salvo por su cabeza. — Pensé que Virne iba a estar más revolucionado — Mascullo bajo, casi para él, mientras continuaba avanzando, sin que nadie se atreviera a poner un pie en su camino. Fue entonces, donde pocos metros después encontró una edificación, gastada, desquebrajada, pero no tan destruida como muchas del lugar, al menos parecía mantenerse en pie, salvo por algún que otro pedazo de concreto que faltaba.  Todo indicaba que era un antro, un lugar donde los Virus y seres como él se juntaban a beber alguna copa, o trazar alianzas, o comenzar una cacería.  Tantas cosas podían ocurrir ahí.

Sin detener sus pasos, entro, y lo primero que hizo tras poner un pie en el lugar, fue sentir un clima sumamente denso y tenso.  Las pocas miradas que estaban dentro voltearon hacia él, pero nadie dijo nada, solo podía oírse un débil susurro.  Sonriente, como un crio, se aproximó a la barra desgastada, agrietada, y tomo asiento, haciéndole una seña al sujeto que propinaba las bebidas, que le acercara una cerveza. Era increíble como dentro del juego seguía manteniendo las mismas mañas de fuera de él.  Tras recibir la botella de como mucho medio litro, bebió de esta un largo sorbo, mientras observaba de refilón el lugar.  Algo le decía que algo divertido en cualquier momento iba aparecer, para divertirlo el resto del día.

Althenea estaba segura de dos cosas.

Si no moría debido a una intoxicación alimenticia, lo haría por el horrible sonido que tenía el bar de mala muerte al que había entrado. No llevaba mucho tiempo ahí, quizá un cuarto de hora. Nova Hyperion tenía una comanda de misión: recuperar toda la información del abandonado Virne. Pocas almas eran las que se atrevían a pisar el suelo árido, que en otros momentos tuvo momentos de gloria, y esas almas eran las menos afortunadas. El escuadrón que acompañaba a la mujer se había desplazado, buscando más pistas. Ella, por otra parte, había decidido visitar el infame lugar, buscando cosas totalmente random. El empleado le había llevado una bebida, murmurando algo parecido a «lo invita la casa» y Althenea tuvo que evitar la sensación de vómito.

¿Por qué todos los jugadores eran tan estúpidos?

Un jugador más se unió a la línea de la barra. La pelirosa lo analizó por el rabillo del ojo, pero decidió que no valía la pena. Probablemente era otro idiota intentando ahogar sus penas en alcohol.

Como si eso funcionara.

Detuvo el tren de pensamientos cuando una figura más apareció de la nada. Se colocó al lado de Althenea, riéndose por lo bajo. — Vaya, vaya, una princesita se perdió en el camino... ¿dónde está tu acompañante? — Althenea alzó una ceja, ignorándolo. Cuando el hombre intentó meterle un golpe en el rostro, ella invocó una de sus espadas, y apuntó directamente hacia el hombre. — Acompañante, te presento a un idiota.

La hoja de su espada brilló en contraste a las luces del bar.

No se percato de la presencia de la joven hasta que aquel sujeto se acerco a ella con aires de ¿Ganador?, si claro, como si eso fuera a ser posible.  Para Jaeger era un completo perdedor, que lo hizo volver a sonreír una vez más con cierto tinte burlón.  Si esa chica estaba ahí, sola, seguramente iba a poder arreglárselas solas, por ende no había razón para que el interfiriera.  De todas maneras se mantuvo expectante mientras bebía de la cerveza.   Basto con que ella asomara la espada, para que los que yacían en el lugar sentados se alzaran, alarmados, amenazantes.  Por su parte, Jaeger, coloco sus manos sobre la barra, y se hizo un poco hacia atrás, silbando con fuerza.  — Yare yare  —  Mascullo, captando la atención del sujeto.  Se coloco de pie, y camino hasta colocarse entre la chica y el tipo, apartando un poco la espada.  — Lamento lo que sucedió, mi compañera es algo especial —  Enarco una ceja, observando de refilón a la chica, y luego fijo su atención en el sujeto, que observaba a ambos con una furia infinita.  Además, el tono de Jaeger y sus expresiones estaban cargadas de sarcasmo, lo cual hacia que para el otro fuera más insoportable.

A pesar de ser tosco y sarcástico, le preocupaba la seguridad de la mujer, por ende lo mejor era salir del lugar con un bajo perfil.  Cuando se volteo para tomar a la chica con cuidado de la mano, jalándola con el para salir, el otro sujeto alargo el brazo, sujetándolo del hombro con una de las manos, y luego lanzándole un golpe al rostro con la otra, pero los reflejos del chico fueron mayores, y corrió la cara haciendo que el puñetazo siguiera de largo.  En respuesta,  el puño de Jaeger comenzó a llamear, producto de su habilidad y sin medir fuerza o consecuencias, golpeo con suma violencia el estomago del sujeto, haciendo que el cuerpo de este saliera despedido sobre las mesas, las cuales tras el impacto del cuerpo se quebraron, dejándolo aturdido tendido en el lugar.

Espero que sepas defenderte niña  —  Mascullo aquello, cuando vio que los demás se alzaron como bestias salvajes listos para atacarlos.  Jaeger, solo se quito aquella molesta capa, haciéndola a un lado, y luego se coloco de espaldas a la chica, cubriéndola un poco de aquel malón de gente que en cualquier momento, iban a lanzarse sobre ellos.

No había palabras que describieran el cómo se sentía.

Estaba furiosa, y necesitaba matar a alguien.

¿Por qué, ese cabeza de algas había interferido? Nada de eso hubiese pasado. Althenea podía arreglárselas sola. No necesitaba la ayuda de un completo desconocido que tenía buenos bíceps y... carraspeó. Todo había pasado tan rápido que ahora lo único que podía hacer era seguir con el juego, darle una paliza a los idiotas y de una vez, al cabeza de algas. Observó la habitación rápidamente, dándose cuenta que la mayoría de los clientes normales habían desaparecido, quizás tratando de evitar la pelea.

Uno de los grandulones se acercó a ella, pero la velocidad de la pelirrosa lo superaba por mucho. Alzó su espada,Blazefire Saber, y con el reverso de ésta, le metió un golpe entre las cejas, patéandolo al mismo tiempo para quitarlo del camino. Regresó su mirada momentáneamente al desconocido, pensando que tendría problemas con los otros criminales. Incluso sin él, podría hacerse cargo de todos ellos. Cuando todo eso acabara, Althenea se aseguraría de dejarle bien en claro que ella no era una princesa. Mucho menos una que necesita ayuda. Una voz al otro lado de la sala desequilibró sus pensamientos.

— ¡Eh, pero si esa mujer está en el Bounty Board! ¡Es Misguided!

Idiotas.

Otro intentó sorprenderla por atrás, pero Althenea se giró e invocó su escudo, noqueándolo con un solo golpe. ¿No podía tener una tarde normal sin tipos intentando matarla?

Era bastante perceptivo, por lo cual noto rápidamente que la chica estaba disgustada, pero eso no le importo.  La situación era bastante divertida.  Movió un poco su cuello, haciéndolo tronar, para luego hacer un poco la parte superior del cuerpo hacia adelante, agazapándose como un animal, mientras cierta aura anaranjada, como vapor desprendiendo de su cuerpo se hacía presente.  Tenía que sacar a todos esos sujetos del camino antes que más se sumaran a la ‘’fiesta’’, por así decirlo.  Cuando de refilón vio como la chica se defendía, torció los labios mostrando una mueca divertida.  No había nada de qué preocuparse.


Sin esperar más, se lanzo hacia el primer sujeto que corrió hecho una furia hacia ellos. Lo recibió con un fuerte puñetazo en la cara que lo freno en seco, y luego lo despidió hacia atrás, embistiendo al que venía tras él.  Dos aturdidos y fuera del combate, por ahora.  Era todo demasiado fácil, le sorprendía que sujetos de tan bajo nivel estuvieran por el lugar.  Dio un rápido vistazo al lugar, haciendo un conteo general de las personas que estaban ahí.

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Ese era el número, chasqueo la lengua, y en esos momentos de distracción, uno de ellos prácticamente se pego a él para golpearlo, pero con una ligereza impecable,  Jaeger se giro sobre su mismo eje, pasando el brazo diestro alrededor del cuello ajeno, presionando con fuerza, como si buscara ahorcarlo. — ¿Te diviertes? — Le dijo al sujeto al cual torturaba, sonriendo de manera socarrona.  Los intentos por zafarse eran en vano, ya que la fuerza de el era monstruosa.  Basto que un nuevo sujeto gritara de quien se trataba la chica, para que el enarque una ceja y vuelva a silbar.  Vaya pez gordo había encontrado en aquella pocilga.   Sujeto al tipo por los ropajes, y lo arrojo con fuerza, haciéndolo atravesar una de las ventanas.

Bounty Board, eh  — Mascullo divertido, mientras se sacudía las manos y se encamino hacia la barra donde estaba.  Dio un brinco, subiéndose sobre esta, para así hincarse ahí, apoyando los brazos sobre las rodillas.  Fijo su mirada en la chica, y luego en los 12 sujetos restantes.  Ladeo la cabeza, bastante divertido, para luego añadir ladino.  —  Ya que eres alguien de tanto renombre, supongo que no vas a tener problemas con terminar con todos ellos — Dijo casi como un crio a la espera de diversión.

«Que idiota.»

Pensó para sus adentros, viendo como el cabeza de algas se balanceaba de un lado a otro, atacando a cualquiera que intentase hacerle daño. No está mal. Pero eso no los salvaría de los criminales que estaban bastante enojados. La mención de su codename provocó furor entre el grupo de idiotas. Althenea se mordió la lengua, por que su vestimenta no indicaba nada que fuese parte de Nova Hyperion. No llevaba su uniforme normal, pero la habían reconocido. Y su compañero momentáneo no ayudaba absolutamente en nada.

Lo fulminó con la mirada.

— ¿Tan rápido te das por vencido?

Preguntó, pero no esperó una respuesta. Dos grandulones se le habían lanzado encima. Al primero lo despachó con una bala paralizante de su espada. Al segundo, le soltó una patada en el muslo, y con la agilidad de un felino, lo derrumbó al suelo con la ayuda de su pie. Los otros serían difíciles, por las condiciones del lugar. Le sonrió de medio lado al idiota número uno, que era su compañero temporal, y cerró los ojos. — Requip — murmuró. Un halo de luz la invadió por completo, transformando sus ropas civiles en una preciosa y muy brillante armadura. Se trataba de su más preciado item, la armadura de Valhalla.

No dudó un segundo: atacó con la espada a los idiotas que se acercaban a ella. Uno a uno iban cayendo, de vez en cuando, ella tendría que hacer uso de sus técnicas marciales, con éxito. El último hombre que quedaba le dio un poco más de pelea que los demás. Althenea tuvo que rodearle el cuerpo con las piernas, haciendo uso de su propia fuerza para tirarlo al suelo. Encajó la punta de su espada con tanta fuerza al costado de la cabeza del criminal, y sintió que éste casi se orinaba encima. — Acompañante, idiota.

No se movió de su sitio, manteniendo al último criminal sujetado por las muñecas y con la advertencia de rebanarle la garganta aún en el aire.

Movió su vista hacia el idiota número uno. — ¿Quieres unirte a la fiesta, cabeza de algas?

Estaba bastante cómodo en la posición en la que estaba, de allí podía ocupar el puesto perfecto de espectador.  Volvió a mirar a la chica cuando esta le hablo  y su sonrisa se hizo más amplia y socarrona. — ¿Aburrirme?, pero como crees — Movió la cabeza de lado a lado bastante divertido, mientras exclamaba con total seguridad. Si la chica estaba ahí, y tenía aquel renombre era por algo, obviamente no se había ganado ese puesto por que si, así que no había nada que temer, seguro iba a patearlos con suma facilidad, además los seres que estaban ahí no parecían tener un nivel muy alto.  
Sus expresiones iban cambiando de acuerdo a los golpes y ataques que la chica realizaba, el casi parecía un crio aplaudiendo alguna función teatral. Cuando la armadura cubrió el cuerpo de la chica, volvió a soltar un silbido, algo sorprendido, pero maravillado.

Cuando la chica pareció someter al último de los sujetos, se coloco de pie sobre la barra, y dio un brinco para caer de pie sobre el suelo. — ¿Cabeza de algas?, vaya eso es nuevo niña — Se detuvo delante de ella, a unos pasos, mientras se acomodaba el sobrero, sin apartar ningún momento su mirada de la ajena.  Casi parecía intentar clavársele en el interior con aquella intensa mirada.  — ¿Estas invitándome a jugar contigo o contra ti? — Chasqueo la lengua, sonriendo con algo de malicia.  Seguro que aquellos que alcanzaron a salir corriendo fueron en busca de ayuda, por ende no tardarían en llegar más de esos sujetos, y quien sabe de qué nivel o con que habilidades.  La verdad, eso le tenía sin cuidado, siempre y cuando no estuviera acompañado por alguien.  No era que dudara de las habilidades de la muchacha, pero no quería arriesgarse a nada.

Venga, patéalo y salgamos de aquí mujer  — Se volteo y camino hacia la salida; En ese momento, pudo notar como un grupo de personas comenzaban a materializarse fuera, seguramente habían recibido del dato de que la mujer buscada se encontraba allí.  Volvió a chasquear la lengua, pero ahora con algo de disgusto.  —  Creo que tenemos visita  —  Sin esperar un momento más, a medida que iba canalizando su energía sobre la mano diestra, iba pateando las mesas y sillas hacia la salida, para luego, soltar una potente llamarada sobre aquellos muebles, haciendo que una barrera de fuego se alce.  Al menos eso les iba a dar tiempo.

Con su dedo índice y medio, simulando como si su mano fuera un arma, comenzó a disparar balas de fuego sobre una de las paredes, haciendo que esta comience agrietarse y desprenderse, dejando un hueco.  — Vamos,  este espacio es muy reducido para pelear

El furor de su nombre atrajo toda la atención que no necesitaba a ese bar de mala muerte. Hizo lo que el cabeza de algas le había dicho, y pateó al último hombre hasta dejarlo K.O. Althenea pensó que la vista de todos los hombres derrotados funcionaría como una advertencia para esos que llegarían; una advertencia que claramente decía «no metas las manos en el fuego, a menos que quieras quemarte» lo cuál era realmente irónico, por que de un momento a otro su compañero temporal estaba creando llamas por doquier.

Fuego.

¿Por qué de todas las cosas, tenía que toparse con un usuario que manejaba habilidades de fuego?

Althenea rodó los ojos, y frunció los labios en una línea delgada. No había respondido a ninguna de sus preguntas —no quería hablar más con el idiota número uno, gracias— y se había limitado a observar. Era cómun para ella que la gente intentara matarla. Por eso trabajaba sola. Para no exponer a tipos como ese a una muerte segura. La pelirosa de alzó de hombros, y nuevamente fue inundada por el halo de luz, cambiándose de su pesada armadura a su uniforme normal del gremio. Extrajo su espada en el bolsillo de cuero que colgaba en su cintura, y con un movimiento limpio, saltó a la barra, empujando la puerta trasera.

— Andando.

Le ordenó, y una vez que los dos estuvieron fuera del lugar, Althenea rompió el picaporte con ayuda de su espada.

Caminó rápidamente hacia un par de edificios que parecían muy viejos y abandonados, no se molestó en averiguar si el idota la seguía, pero entró a la construcción vieja. En tiempos de oro, ese lugar podría haber sido una serie de oficinas, quizás hasta un casino. Pero el polvo y la humedad se habían adueñado del sitio. Althenea se sentó en una silla ráida y fea, e inspeccionó la hoja de su espada. — El gremio me matará por esto. — dijo para ella misma. No solo había desobedecido una orden directa, si no que se había aliado con otro jugador no perteneciente al gremio.

Suspiró.

Solo faltaba que ese idiota quisiera matarla.

Se había quedado con muchas ganas de patear un par de traseros, después de todo, para eso había llegado aquel lugar, pero ya no había mucho que hacer, salvo que se diera la media vuelta y comenzara una caminata directo donde estaban todos esos sujetos.  Si, quizás eso haría si se encontrara solo.  Pero no era así, solo se dedico a seguir a la chica, mientras que de manera despreocupada avanzaba con sus manos tras la nuca.  Siguió cada paso de ella, mientras de reojo observaba el entorno, vigilando que nada extraño ocurriera, incluso, cuando entro aquella edificación, dio unos pasos por el lugar, haciendo resonar sus pisadas, mas aun cuando bajo sus pies crujía algún trozo de cristal gastado.  — Bonito lugar eh  — Soltó con un tono ladino,  inclinándose un poco para tomar unos papeles que estaban en el suelo.  Estaban bastante amarillos, con tinta borrosa, apenas podía entenderse lo que decía, aunque todo indicaba que era un afiche de algo, pero le resto importancia, así que solo lo hizo un bollo para su diversión, y lo arrojo hacia atrás.

¿Por qué dices que te mataran? —  Por un momento recupero la seriedad, mientras camino hacia una de las ventanas rotas, sin marcos prácticamente, que solo eran huecos en la pared, y vigilo que todo se encontrara en calma.  Si tenían suerte, iban a poder burlar a todos esos jugadores, pues tranquilamente ellos pudieron transportarse a otro lugar o simplemente desconectarse, quién sabe.   — ¿Qué hace alguien como tu asomando la nariz en un lugar tan peligroso como este? — Si bien sonaba sarcástico, no lo decía con mala intención.  Giro un poco la cabeza hacia ella para observarla, mientras recargo su espalda contra una de las paredes, a un lado de aquella ventana, para no perder pisada de lo que sucedía fuera de ahí, obviamente. De ser necesario, necesitaba estar alerta y preparado.

Althenea alzó los hombros.

— Buscaba información, es todo.

No le estaba mintiendo, el objetivo de su gremio era rescatar la poca información que quedaba en la zona. Los templar buscaban explorar y dominar ese lugar. La pelirosa solo era parte de la subdivisión de armamento. En pocas palabras, era un conejillo de indias para sus mayores. Suspiró, y se acomodó el cabello tranquilamente. — El gremio me mataría por hablarle a un idiota como tú. No deberías de haber interferido, podía arreglármelas por mi cuenta. — dijo, un poco molesta. Odiaba cuando la gente la tomaba como la «doncella en apuros». Pese a la opinión popular, ella era un solado, uno que podía defenderse con uñas y dientes.

Y lo más importante: no necesitaba ayuda.

Aún así, apreciaba la valentía del sujeto para hacerle frente a un motín de criminales.

Puso los brazos en jarras, y giró su cabeza hacia el lado contrario. — No nos presentamos formalmente, cabeza de algas. Soy Misguided. — estuvo a punto de tenderle la mno para estrecharla, pero se lo pensó mejor. De cualquier forma no había nada que ocultar: él sabía la clase de persona que era, y bueno, decirle un nombre falso —o su verdadero, en ese caso— no serviría de mucho.

Althenea observó la calle. No parecía que los buscaran.

¿Buscar información?, vale, eso no era muy descabellado si tenía en cuenta que era ella. Se encogió apenas de hombros, sin apartar su mirada de aquel enorme hueco que daba a la calle. Realmente las agresiones verbales por parte de la femenina le tenían sin cuidado, más bien le causaba bastante gracia. — Muy bien, la próxima vez que vea a una mujer cercada por un montón de salvajes, hare a un lado mis principios como hombre e ignorare lo que suceda — Soltó con total tranquilidad. No era alguien que se irritaba fácilmente, y menos por comentarios de terceros.



Cuando oyó como ella se presentaba, ladeo un poco la cabeza, observando a la chica, con aquella misma sonrisa confiada dibujada en el rostro. — Jaeger a su servicio, oh gran Reina de Gremio — Seguramente eso iba a molestarla, pero no podía evitarlo, después de todo el también era víctima de alguna que otro comentario burlón por parte de ella. La diferencia estaba, en que ella lo hacía molesta y el simplemente por mero irónico que era. Termino de girarse, dándole la espalda, para así dar un brinco sobre aquella ventana, y salir al exterior al ver que no había ninguna amenaza cercana. No quería pasarse el resto del tiempo encerrado en esa deplorable pocilga llena de polvo, prefería ir agarrarse a los golpes con todos esos sujetos, que seguir en aquel lugar. — No se tu Juana de Arcos, pero yo me largo de este lugar — Chasqueo la lengua, y se acomodo un poco el sombrero.

— Yo no haría eso.

Ignoró parte de toda la conversación por que era absurdo discutir con personas como él. El sentido del caballerismo —que Althenea, jamás pidió— le parecía tan estúpido que estaba agradecida de no tener en sus manos un arma de fuego, o ya le habría llenado de agujeros ese cuerpo con mente de hámster. Ladeó la cabeza, observando el mapa que acababa de aparecer junto a ella. Al menos, veinte jugadores se habían reunido donde la pequeña batalla había sucedido. Quizás estaban ayudando a sacarlos de ahí, o quizás creían que Misguided seguía dentro del bar.

Cualquiera de los dos casos, solo significaba una cosa:

Problemas para salir de ahí.

Soltó un suspiro. — Bueno, cabeza de algas. Ya que estamos atrapados y no podremos salir dentro de un buen rato, puedes ayudarme con mi búsqueda. Debes de tener una buena razón para estar aquí. — pensó que a diferencia de ella, él podría saber algo más de los vestigos de esa ciudad.