Exploraciones en una bella ciudad, conociendo el terreno

La imponente Lorie, un lugar que no visitaba a menudo. Aún así se había permitido pasarse por la hermosa ciudad para disfrutar de un rato ameno, lejos del exquisito peligro de la caza de tesoros. Un cambio de ambiente no venía nada mal de vez en cuando.

Aunque, en ese día particular, para su sorpresa, Lorie estaba atestada de gente. ¿Quizás había un evento especial? ¿O simplemente era la actividad del fin de semana? Lo que fuera, no se resignó a visitar el lugar. Explorarlo un poco no sería mal, por ello caminaba por las calles, contracorriente a las personas. Viró el rostro de lado a lado, observando la gran variedad de negocios, edificios y rostro que rondaban por ahí. Sin lugar a dudas, Lorie era demasiado elegante.

De repente se chocó contra alguien menudo. Soltó una exclamación ahogado, tambaleándose apenas, para luego apoyarse firmemente en sus pies. Sus ojos azules pestañeantes, desbordando curiosidad, se posaron en una chica de cabellos y ojos rosados o rojos, no sabía exactamente qué tonalidad pintaban —Oye, deberías tener más cuidado~ —Se irguió, apoyando la mano diestra sobre su propia cadera. Una sonrisa pícara, mientras una ceja enarcada acompañaba la expresión liberal, cruzó por su rostro.

Enarcó una ceja.

Con esa respuesta se dio cuenta que esa chica podría tener actitud. No pudo reprimir un silbido al escuchar el en eso coincidimos. Pero así de rápido como abrió los labios para decirle algo asertivo, sin ofensas de por medio, la chica decidió disculparse. Tampoco se lo esperaba por esas palabras ajenas; aunque, llegó a la conclusión de que esta criatura frente suyo no lo quiso decir en son de buscar pelea, sino como consejo.

—¿Dices que apenas acabas de entrar a aeon? Si es eso, descuida —habló con tono afable. Se notó que no estaba enojada porque la chica era una rookie y eso de sentirse familiarizado, tras usar un visor que te transportaba a la realidad virtual, era algo que te golpeaba con asombro. Recordó que, cuando aeon abrió sus puertas, ella estaba igual de emocionada que la chica de cabellos rosados. Así que no la culpaba. El mundo presente era un adelanto de todo y usarlo como si conocieras algo como la palma de tu mano requería de tiempo—. ¿Has leído el manual? —no se trataba de una mujer amargada. Al contrario, se caracterizaba por ser bastante amable y sociable con la gente, especialmente con los novatos que recién accedía, por primera vez, a un mundo virtual... Porque ellos aún no poseían guild y no se habían mezclado de lleno con las vicisitudes de aeon—. Si no, podría ayudarte. Tengo tiempo de sobra —se encoge de hombros. No perdía el tiempo, porque, a fin de cuentas, vino a hacer algo diferente en una ciudad que no visitaba tan seguido.