Treasure, that is what you are
Re: Treasure, that is what you are
A un lado de Anya, así podría estar pendiente de la condición de la chica y, por sobre todo, ayudarse mutuamente. Aquella entidad, de la cual emanaba gas a millón, le inspiraba la ligera sospecha de que no sería tan fácil de vencer como el otro gigante mecanizado que enfrentó junto a Saganiel. Observándole detenidamente, se veía hasta más prepotente al ostentar una armadura gruesa, poseedora de un gran arsenal. Ante la pregunta de su compañera, iba a responderle con algo como atacar desde dos ángulos, pero el movimiento veloz de la criatura le sobresaltó ligeramente. Se movió a su lado izquierdo, esquivando el gran brazo —o lo que fuera— del gigante. Vaya, vaya... Ni un café le invitaba antes de iniciar el rodeo. No comía cuentos el enemigo, por lo visto, pues eliminarles en un santiamén era más que una prioridad.
Tosió suavemente ante le nube de polvo. Qué pesado. Por ahí utilizaría a Spica, la bazooka especializada, pero antes tenía que observar alguna debilidad de la criatura. Se percató que esa bestia no le estaba atacando, sino que parecía querer aplastar a Anya. Mientras ellos se encontraban absortos en una lucha, extrajo a Desert Storm, un revólver semiautomático, de sus ropajes. Utilizaría esa arma primero que la bazooka o su set de pistolas.
Haciendo uso de su 3DMG, Anya volaba por los aires. Eso captó la atención de la gunner, quien iba a disparar con el revólver —¡No tienes ni que mencionarlo! —sonrió con determinación y un deje de picardía. Inmediatamente apretó el gatillo del revólver, provocando que se cargarse la bala y brillara el interior del arma. Una vez que soltó el gatillo, la bala salió disparada con mucha potencia y carga hacia lo que parecía ser la cabeza del ser mecanizado. Cuando el objeto pequeño y volador impactó en el punto clave, generó un chirrido molesto. Fue un ataque efectivo, por lo que el efecto secundario de la Desert Storm se accionó al instante, surgiendo una ráfaga momentánea que aumento el daño y captó la atención del gigante. Le había herido un poco, aunque no lo suficiente para hacerle retroceder; solo fue un empujón o un simple pinchazo.
El gigante alzó el puño contra Ataraxia, estampándolo directo en la chatarra. La chica lo había esquivado con creces debido a su velocidad pronunciada.
Tosió suavemente ante le nube de polvo. Qué pesado. Por ahí utilizaría a Spica, la bazooka especializada, pero antes tenía que observar alguna debilidad de la criatura. Se percató que esa bestia no le estaba atacando, sino que parecía querer aplastar a Anya. Mientras ellos se encontraban absortos en una lucha, extrajo a Desert Storm, un revólver semiautomático, de sus ropajes. Utilizaría esa arma primero que la bazooka o su set de pistolas.
Haciendo uso de su 3DMG, Anya volaba por los aires. Eso captó la atención de la gunner, quien iba a disparar con el revólver —¡No tienes ni que mencionarlo! —sonrió con determinación y un deje de picardía. Inmediatamente apretó el gatillo del revólver, provocando que se cargarse la bala y brillara el interior del arma. Una vez que soltó el gatillo, la bala salió disparada con mucha potencia y carga hacia lo que parecía ser la cabeza del ser mecanizado. Cuando el objeto pequeño y volador impactó en el punto clave, generó un chirrido molesto. Fue un ataque efectivo, por lo que el efecto secundario de la Desert Storm se accionó al instante, surgiendo una ráfaga momentánea que aumento el daño y captó la atención del gigante. Le había herido un poco, aunque no lo suficiente para hacerle retroceder; solo fue un empujón o un simple pinchazo.
El gigante alzó el puño contra Ataraxia, estampándolo directo en la chatarra. La chica lo había esquivado con creces debido a su velocidad pronunciada.
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Re: Treasure, that is what you are
La mente de Anya estaba trabajando rápidamente para encontrar una forma de acabar con ese monstruo.
Ataraxia no parecía sorprendida; no podía culparla, conocía Pallasuz mucho mejor que la soldado. Anya se sorprendió cuando la distracción por parte de su compañera hizo efecto: el animal robótico se movió lentamente hacia la pelirosa, buscando atacarla. La pelinegra entonces, aprovechó para intentar atacarle. Con maniobras ágiles y rápidas, logró moverse con su 3DMG sin ningún problema, esquivando los brazos robóticos y saliendo exitosamente del punto de mira. Esperaba que la princesa esquivase los ataques que la máquina llegase a proporcionarle, de otra forma tendrían severos problemas.
— ¡Atar...!
Gritó, pero no pudo terminar la comanda.
Un brazo robótico salido de quién-sabe-donde sujetó los cables de su propia maquinaria, y la lanzó lejos.
Anya se giró para caer sobre su hombro izquierdo, evitando desgastarse de más el lado derecho. Su prioridad en todas las misiones era salir ilesa de su brazo derecho, el que más utilizaba y probablemente el único que podía serle útil. Su caída fue a cinco metros de la Gunner. Su hombro ardía. Los números comenzaban a descender rápidamente en su barra de vida. Un solo golpe había sido capaz de tirarle un cuarto de su vida total. Se incorporó pesadamente, sujetando su hombro con la mano derecha. Activó el sistema de seguridad del 3DMG, y las correas regresaron dentro de las pesadas cajas.
¿Cómo derrotarían a esa cosa?
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Re: Treasure, that is what you are
El tamaño de esa bestia colosal con piezas mecánicas era inigualable, por lo que estaba más por decir que su fuerza de ataque sería equivalente que su peso. Aún así, esa criatura se apreciaba algo lenta, especialmente para las capacidades de desplazamiento de Ataraxia.
El gigante parecía mirarle, algo que ella misma no sabría determinar porque era incapaz de apreciar ojos mecánicos en su casco. Aún así, tenía la ligera impresión que así era. Sabía que toda la atención de la criatura se encontraba enfocada en ella, por lo que con solo esquivar y atacar de vez en cuando resultaría en un éxito. No obstante, en el campo de batalla todo es improvisado. Las estructuras cambian y los monstruos desarrollan una percepción más sensible de su entorno cuando se prolongaban las batallas. O era eso, o el coloso era bastante inteligente.
No se esperaba aquel movimiento.
Una exclamación ahogada se quedó en la garganta de Ataraxia al ver como la bestia lanzaba, cual palillo para dientes, a Anya. Siguió con la mirada la caída en picada de su compañera, mientras su rostro trascendía del asombro al enojo. Sí, ahora sí se enervó. Si bien estaba preocupada por Anya, no tuvo tiempo para dedicarle primeros auxilios o cuidado, sobre todo cuando el gigante comenzaba a avanzar hacia ambas. Primero había que defenderse y luego preocuparse por las heridas —¡Aléjate! —espetó para Anya. En ese instante, en presencia del caos, tuvo una idea tan repentina cual estrella fugaz. Entonces, se echó a andar, pasando por entre las piernas mecánicas. La criatura se dio cuenta de aquello, por lo que intentó agarrar a Ataraxia, quien evitó tal acto al dispararle al brazo mecánico en su punto de conexión con la mano y el brazo. Este ataque por parte de la gunner provocó que esa mano en forma de pinza con tres dedos detuviera su funcionamiento, incapacitándolo para que el enemigo pudiese agarrarles... Aún así, podía lanzar cuando quisiera su miembro superior contra ellas.
Haciendo gala de su velocidad excepcional, Ataraxia logró recorrer un gran trecho antes de que la criatura se movilizara luego del ataque ajeno. La fémina guardó el revólver, provocando que la bazooka apareciera sobre su hombre derecho. Tomó el arma de largo alcance y potente ataque, para capturar la espalda mecánica, volteándose para encarar la aprte trasera del enemigo. Al principió había decidido utilizar a Spica cuando encontrara la debilidad del enemigo, pero al apreciar como hirieron a Anya, los planes cambiaron. Se arrodilló sobre la chatarra, para tener un mejor punto de fijación y abarcar muchísimo mejor la espalda de la maquinaria enemiga. Una vez que la bazooka con sistema inteligente le avisó que todo iba viento en popa al emitir un lock on en su pantalla, Ataraxia apretó el gatillo dos veces seguidas. Dos misiles se dispararon del cañón, volando a gran velocidad uno al lado del otro debido a los comandos del arma de fuego para, inmediatamente, impactar en la espalda del coloso. Fueron cuestiones de segundo, justo antes de que él decidiera moverse para perseguir a la gunner. Debido al ataque, la criatura perdió el equilibrio, sufriendo graves daños a nivel de su espalda y cayéndose de medio lado.
Y, aunque estuvo fácil aquello, las cartas se voltearon. De una apretura en su torso expulso fuego directo a Anya. Ella misma había puesto en peligro la vida de su compañera, algo que nunca se esperó —¡Anya! —gritó desesperada, bajando la bazooka.
El gigante parecía mirarle, algo que ella misma no sabría determinar porque era incapaz de apreciar ojos mecánicos en su casco. Aún así, tenía la ligera impresión que así era. Sabía que toda la atención de la criatura se encontraba enfocada en ella, por lo que con solo esquivar y atacar de vez en cuando resultaría en un éxito. No obstante, en el campo de batalla todo es improvisado. Las estructuras cambian y los monstruos desarrollan una percepción más sensible de su entorno cuando se prolongaban las batallas. O era eso, o el coloso era bastante inteligente.
No se esperaba aquel movimiento.
Una exclamación ahogada se quedó en la garganta de Ataraxia al ver como la bestia lanzaba, cual palillo para dientes, a Anya. Siguió con la mirada la caída en picada de su compañera, mientras su rostro trascendía del asombro al enojo. Sí, ahora sí se enervó. Si bien estaba preocupada por Anya, no tuvo tiempo para dedicarle primeros auxilios o cuidado, sobre todo cuando el gigante comenzaba a avanzar hacia ambas. Primero había que defenderse y luego preocuparse por las heridas —¡Aléjate! —espetó para Anya. En ese instante, en presencia del caos, tuvo una idea tan repentina cual estrella fugaz. Entonces, se echó a andar, pasando por entre las piernas mecánicas. La criatura se dio cuenta de aquello, por lo que intentó agarrar a Ataraxia, quien evitó tal acto al dispararle al brazo mecánico en su punto de conexión con la mano y el brazo. Este ataque por parte de la gunner provocó que esa mano en forma de pinza con tres dedos detuviera su funcionamiento, incapacitándolo para que el enemigo pudiese agarrarles... Aún así, podía lanzar cuando quisiera su miembro superior contra ellas.
Haciendo gala de su velocidad excepcional, Ataraxia logró recorrer un gran trecho antes de que la criatura se movilizara luego del ataque ajeno. La fémina guardó el revólver, provocando que la bazooka apareciera sobre su hombre derecho. Tomó el arma de largo alcance y potente ataque, para capturar la espalda mecánica, volteándose para encarar la aprte trasera del enemigo. Al principió había decidido utilizar a Spica cuando encontrara la debilidad del enemigo, pero al apreciar como hirieron a Anya, los planes cambiaron. Se arrodilló sobre la chatarra, para tener un mejor punto de fijación y abarcar muchísimo mejor la espalda de la maquinaria enemiga. Una vez que la bazooka con sistema inteligente le avisó que todo iba viento en popa al emitir un lock on en su pantalla, Ataraxia apretó el gatillo dos veces seguidas. Dos misiles se dispararon del cañón, volando a gran velocidad uno al lado del otro debido a los comandos del arma de fuego para, inmediatamente, impactar en la espalda del coloso. Fueron cuestiones de segundo, justo antes de que él decidiera moverse para perseguir a la gunner. Debido al ataque, la criatura perdió el equilibrio, sufriendo graves daños a nivel de su espalda y cayéndose de medio lado.
Y, aunque estuvo fácil aquello, las cartas se voltearon. De una apretura en su torso expulso fuego directo a Anya. Ella misma había puesto en peligro la vida de su compañera, algo que nunca se esperó —¡Anya! —gritó desesperada, bajando la bazooka.
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Re: Treasure, that is what you are
Solo podía permitirse observar a Ataraxia mientras luchaba contra esa bestia.
El hombro le dolía como los mil demonios, y quizás se había roto algo. Su forma humana fuera del juego tendría las consecuencias, eso lo sabía. Aún así, hizo un intento por mantenerse en pie. La zona en la que había caído le daba un mínimo de cobertura a los ataques. Anya veía asombrada todo el plan B de la pelirosa, y se sentía mal por dudar de ella en la primera misión que compartieron. Pero ahora necesitaba ayuda. Mucha ayuda. La pelinegra se mordió el labio, intentando no caer a causa del dolor en su hombro, y retrocedió un paso. La bestia gigante sería todo un reto para ellas, pero lo que más llamó su atención fue un animal escurridizo que jugaba en las patas del robot.
No puede ser.
Tenía que ser una broma.
Ahogó un gritito de dolor, y se giró hacia Ataraxia. Estuvo a punto de preguntarle lo que pasaba, cuando lo escuchó. Sus ojos se abrieron como platos, y estuvo a punto de dejar caer su dúo de espadas. — ¡Princesa, Bowwer! — Retrocedió, carraspeando. Una llamarada le pasó a su costado, y el calor le regresó la adrenalina que necesitaba. Hizo una pirueta, retrocediendo de poco en poco, alternando sus maniobras entre esquivar el fuego y no morir por culpa de un trozo de chatarra. Esperaba ser una buena distracción mientras Ataraxia continuaba con la parte importante de la misión: encontrar a Bowwer.
Anya pensó en lo tonto que sería activar el 3DMG.
El fuego quemaría las correas, o peor, el robot la golpearía nuevamente. Ella no estaba segura si podría soportar otro golpe como ese. Verificó su barra de salud, que comenzaba a subir poco a poco. La distracción era buena, pero el robot comenzaba a cansarse. Anya podía predecirlo. Se cansaría de jugar con las llamas y atacaría a la pelirosa. Eso no estaba dentro del plan. La soldado se armó de valor, y extendiendo sus espadas, comenzó a correr directamente hacia el robot. Esquivó por suerte un golpe, y tuvo que rodar sobre sí misma para evitar unas llamas. Probablemente tenía el cabello chamuscado. Probablemente tendría heridas urgentes, pero lo más importante en ese momento era mantener a Ataraxia fuera del campo de batalla.
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Re: Treasure, that is what you are
Una mezcolanza de alivio y preocupación le rigió. Anya había logrado esquivar las llamaradas, aún así, se encontraba en peligro porque la criatura mecánica seguiría atacando sin cesar. Ahora, mientras la chica se disponía a ser el cebo, evidentemente cambiándose los papeles, ella misma atacaría con Spica. Claro, si el grito de Anya no le hubiese detenido en ese instante. Escuchó un nombre familiar provenir de los labios ajenos, el nombre de Bowwer. No pudo evitar ladear la cabeza, sumergida en confusión ante ello, hasta que ciertos soniditos divertidos y robóticos que se escuchaban cerca de ella, captaron su atención.
Viró el rostro en dirección a eso.
¿Qué?
¡Oh, Anya tenía razón! ¡Era Bowwer jugando cerca de los pies del monstruo de hojalata! Una teoría alocada surgió en un momento crítico como ese, siendo basada en que Bowwer estaba al lado, debajo o incluso en la madriguera del enemigo. Por ello no le encontraban. Ahora, si ese robot travieso se atravesaba en el campo del gigante, sería un grave problema, porque al romperse no podrían obtener la recompensa. Entonces, para intentar ponerle fin a todo eso, tras la crisis de que Bowwer pudiese romperse porque el enemigo se comenzaba a levantar, Ataraxia disparó los cuatro misiles que le quedaban. Estos impactaron directo en la espalda expuesta del monstruo de engranajes, provocando más daños a la especie de cadera que poseía y atravesado la coraza que le componía el torso, creando un pequeño hueco; asimismo, impidió que pudiese levantarse. Por desgracia, la criatura comenzó a sobrecalentarse, con intenciones de autodestruirse para llevarse a las jugadoras, y a Bowwer, consigo.
Como era una medida desesperada, la gunner también sintió la desesperación y preocupación azotarle, sin embargo, se percató que en el centro de la espalda expuesta había una especie de esfera palpitante color rojiza, fácil de apreciar por el torso ya que logró perforarlo con los misiles. ¡Era el centro de vida de la criatura! Uno que ya estaba maltrecho, pero con suficiente capacidad para lanzar el último suspiro en una explosión devastadora si llegaba a cumplir el procedimiento de autodestrucción hasta el final —¡Anya, destruye el centro rojizo! —soltó a Spica, la cual cayó de seco en el suelo, y envolviendo sus labios con las manos pudo gritarle aquello. Seguido de esto, señaló con el dedo índice el centro —¡Rápido! —la soldado estaba más cerca para cumplir con dicha tarea, y sus espadas le beneficiaban. Confiaba en que ella tendría éxito, por una vez que cesaran las actividades de ese centro, todo saldría bien.
Viró el rostro en dirección a eso.
¿Qué?
¡Oh, Anya tenía razón! ¡Era Bowwer jugando cerca de los pies del monstruo de hojalata! Una teoría alocada surgió en un momento crítico como ese, siendo basada en que Bowwer estaba al lado, debajo o incluso en la madriguera del enemigo. Por ello no le encontraban. Ahora, si ese robot travieso se atravesaba en el campo del gigante, sería un grave problema, porque al romperse no podrían obtener la recompensa. Entonces, para intentar ponerle fin a todo eso, tras la crisis de que Bowwer pudiese romperse porque el enemigo se comenzaba a levantar, Ataraxia disparó los cuatro misiles que le quedaban. Estos impactaron directo en la espalda expuesta del monstruo de engranajes, provocando más daños a la especie de cadera que poseía y atravesado la coraza que le componía el torso, creando un pequeño hueco; asimismo, impidió que pudiese levantarse. Por desgracia, la criatura comenzó a sobrecalentarse, con intenciones de autodestruirse para llevarse a las jugadoras, y a Bowwer, consigo.
Como era una medida desesperada, la gunner también sintió la desesperación y preocupación azotarle, sin embargo, se percató que en el centro de la espalda expuesta había una especie de esfera palpitante color rojiza, fácil de apreciar por el torso ya que logró perforarlo con los misiles. ¡Era el centro de vida de la criatura! Uno que ya estaba maltrecho, pero con suficiente capacidad para lanzar el último suspiro en una explosión devastadora si llegaba a cumplir el procedimiento de autodestrucción hasta el final —¡Anya, destruye el centro rojizo! —soltó a Spica, la cual cayó de seco en el suelo, y envolviendo sus labios con las manos pudo gritarle aquello. Seguido de esto, señaló con el dedo índice el centro —¡Rápido! —la soldado estaba más cerca para cumplir con dicha tarea, y sus espadas le beneficiaban. Confiaba en que ella tendría éxito, por una vez que cesaran las actividades de ese centro, todo saldría bien.
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Re: Treasure, that is what you are
Anya carraspeó.
Ese estúpido robot tenía a Bowwer. ¡Nadie había podido encontrarlo! La orden de Ataraxia llegó a sus oídos con claridad, y dándose cuenta que se había quedado como tonta de pie, sin hacer nada mientras su compañera hacía todo lo demás, decidió que era tiempo de hacer algo útil. Activó las correas de su 3DMG, y con toda la contrariedad del mundo —y sintiendo que el mundo se le vendría encima si no atendía su hombro, y rápido— se elevó en el aire. Logró moverse a una altura en donde el robot no podría hacerle daño, pero las correas estaban un poco flojas: no soportaría mucho tiempo en el aire. Maldijo por lo bajo, y optó por hacer algo muy estúpido.
Justo cuando estaba sobre la espalda del colosal animal, se dejó caer.
Las correas del 3DMG regresaron a su sitio, y ella rodó en el aire para caer con gracia en la espalda robótica. Blandió sus espadas, buscando el punto de referencia que la pelirosa le había dicho. Ahí estaba, claro. El centro tan brillante que podría iluminar a toda Fortuna. Analizó la situación durante un momento, levantando las espadas. — ¡Princesa! Tome a Bowwer y salga de aquí, yo podré salir volando. — anunció, un poco dudosa.
Sus correas no soportarían una explosión, el gas del 3DMG.... oh diablos.
Pero lo importante era sacar a Ataraxia y a Bowwer del lugar.
Decidida, esperó hasta obtener una señal clara. El animal hacía ruidos bajo ella, y se movía frenéticamente, intentando escapar de su fatal destino. Cuando se aseguró que Ataraxia estaba fuera del campo de batalla, utilizó sus dos espadas para hacer un corte en forma de 'x' en el centro del robot. El sonido de mil vidrios rompiéndose llegó hasta los oídos de Anya. La soldado tuvo que sujetarse de una pieza de metal. El enemigo se estaba sobrecalentando, bastante aturdido por la pérdida de su fuente de energía. En cualquier momento ocurriría una explosión.
10, 9, 8, 7, 6...
Activó sus correas, pero algo inesperado la hizo detenerse.
La mano gigantesca del robot la estaba atrapando.
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Re: Treasure, that is what you are
La situación se complicó en extremo.
Ahora, con un puñal clavado en su corazón, alegóricamente, Ataraxia se debatía entre sus propios principios y aquello que Anya le pedía. ¿Cómo podría dejarle ahí? Pero... Pero si no se iba, entonces todo lo que hicieron sería en vano. Era absurdo. Solo estaban luchando contra una pieza gigantesca de hojalata, todo por culpa de ese susodicho Bowwer. Apretó fuertemente los ojos, intentando decidirse rápidamente con las agujas del reloj rasgándole la garganta. Si se quedaba, Anya se arriesgaría más de lo que estaba; si se iba, igual podría ser un peligro.
Mientras Anya yacía en la espalda del monstruo, Ataraxia hizo su decisión.
—Lo siento... —abrió los ojos, mirando con tristeza, por unos segundos, a la pelinegra. Luego, salió disparada hacia el maldito de Bowwer y lo tomó, cargándolo como si fuese un costal de papas. Corrió lejos de ahí, cruzando por el mismo camino que recorrieron hace una hora atrás. A la par que aceleraba el paso, escuchando sus jadeos y el sonido metálico del robot, la culpabilidad le golpeó.
Nada de eso estaba bien.
Chasqueó los labios, girando en su propio eje y devolviéndose al campo de batalla. ¡No le importaba lo que Anya pensara! ¡Al diablo! Jamás podría dejar a un compañero solo en batalla, donde él o ella arriesgaba todo y tenía las de perder. Si ambas terminaban en game over, no sería en vano, porque supo que le ayudó y fue fiel a sí misma.
Ataraxia hizo que Serendipity, la motocicleta voladora que la soldado apreció en la misión anterior, apareciera al lado derecho. La gunner se montó en el vehículo, encendiéndolo al mismo tiempo. Con velocidad, aplastó a Bowwer atrás de ella, en un supuesto asiento para pasajeros, y lo amarró con el cinturón de seguridad que casi nunca usaba Ataraxia. La criatura intentó librarse, pero estaba muy apretado. Entonces, apretó el acelerador y volvió al lugar donde acontecía la cruda pelea.
Al recibir la luz de dicha sala, apreció que Anya iba a ser capturada por el gigante mecanizado —Sueña —espetó con odio contra la criatura. Y tras poner el nitro a full, aceleró increíblemente como para alcanzar suficiente altura y así salvar a Anya. Cargaba a la chica cual princesa, mientras Serendipity se alejaba un poco del enemigo—. ¿Creíste que te iba a dejar sola? —sonrió ampliamente, con aire jovial a pesar de la situación—. ¿Ahora quién es la princesa? —como adornó a su pícara pregunta, guiñó el ojo—. Apartando las bromas... Tenemos una sola oportunidad para acabarlo. Yo rodearé a la criatura y, en el momento indicado, tú harás el resto. No tiene discusión, Anya —arrugó el entrecejo, mirándole. Lo decía porque la chica quería parecer la heroína de un cuento trágico, y no se lo iba a permitir. No cuando podía ayudarle.
No les quedaba mucho tiempo.
Ataraxia tomó el volante de ese vehículo y viró, acercándose a la criatura. El resto era trabajo de la soldado.
Ahora, con un puñal clavado en su corazón, alegóricamente, Ataraxia se debatía entre sus propios principios y aquello que Anya le pedía. ¿Cómo podría dejarle ahí? Pero... Pero si no se iba, entonces todo lo que hicieron sería en vano. Era absurdo. Solo estaban luchando contra una pieza gigantesca de hojalata, todo por culpa de ese susodicho Bowwer. Apretó fuertemente los ojos, intentando decidirse rápidamente con las agujas del reloj rasgándole la garganta. Si se quedaba, Anya se arriesgaría más de lo que estaba; si se iba, igual podría ser un peligro.
Mientras Anya yacía en la espalda del monstruo, Ataraxia hizo su decisión.
—Lo siento... —abrió los ojos, mirando con tristeza, por unos segundos, a la pelinegra. Luego, salió disparada hacia el maldito de Bowwer y lo tomó, cargándolo como si fuese un costal de papas. Corrió lejos de ahí, cruzando por el mismo camino que recorrieron hace una hora atrás. A la par que aceleraba el paso, escuchando sus jadeos y el sonido metálico del robot, la culpabilidad le golpeó.
Nada de eso estaba bien.
Chasqueó los labios, girando en su propio eje y devolviéndose al campo de batalla. ¡No le importaba lo que Anya pensara! ¡Al diablo! Jamás podría dejar a un compañero solo en batalla, donde él o ella arriesgaba todo y tenía las de perder. Si ambas terminaban en game over, no sería en vano, porque supo que le ayudó y fue fiel a sí misma.
Ataraxia hizo que Serendipity, la motocicleta voladora que la soldado apreció en la misión anterior, apareciera al lado derecho. La gunner se montó en el vehículo, encendiéndolo al mismo tiempo. Con velocidad, aplastó a Bowwer atrás de ella, en un supuesto asiento para pasajeros, y lo amarró con el cinturón de seguridad que casi nunca usaba Ataraxia. La criatura intentó librarse, pero estaba muy apretado. Entonces, apretó el acelerador y volvió al lugar donde acontecía la cruda pelea.
Al recibir la luz de dicha sala, apreció que Anya iba a ser capturada por el gigante mecanizado —Sueña —espetó con odio contra la criatura. Y tras poner el nitro a full, aceleró increíblemente como para alcanzar suficiente altura y así salvar a Anya. Cargaba a la chica cual princesa, mientras Serendipity se alejaba un poco del enemigo—. ¿Creíste que te iba a dejar sola? —sonrió ampliamente, con aire jovial a pesar de la situación—. ¿Ahora quién es la princesa? —como adornó a su pícara pregunta, guiñó el ojo—. Apartando las bromas... Tenemos una sola oportunidad para acabarlo. Yo rodearé a la criatura y, en el momento indicado, tú harás el resto. No tiene discusión, Anya —arrugó el entrecejo, mirándole. Lo decía porque la chica quería parecer la heroína de un cuento trágico, y no se lo iba a permitir. No cuando podía ayudarle.
No les quedaba mucho tiempo.
Ataraxia tomó el volante de ese vehículo y viró, acercándose a la criatura. El resto era trabajo de la soldado.
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Re: Treasure, that is what you are
Bueno, Anya quería matar a su compañera.
No solo había evitado una órden directa, si no que la había rescatado. Cualquier persona con sentido común aceptaría la salvación, pero la pelinegra estaba enojada. ¡Cómo pudo hacer eso! Ella era un soldado, estaba acostumbrada a lo golpes, las quemaduras y las peleas con diferentes tipos de seres. Ataraxia era totalmente diferente a ella, y si Anya debía decirlo, la vida de su compañera era más importante que la suya. Se mordió el labio, asegurándose de que ese vehículo llevara con seguridad a todos sus pasajeros —entre ellos, el escurridizo Bowwer— y asintió cuando el nuevo plan salió a la luz. Claro, la princesa la rescataba y aún así debía de hacer el trabajo pesado.
Ja-ja.
La mataría cuando todo eso terminara.
Anya entonces, decidió hacer algo totalmente inesperado: se colgó con sus piernas de la parte trasera del vehículo, activando sus correas para que se sujetaran en el mismo, en caso de que algo malo pasara. Con la cabeza invertida y su cuerpo comenzando a dar vueltas, extrajo sus dos espadas. — Princesa. — se aclaró la garganta, empuñando las armas con fuerza. — Necesito que el vehículo baje un poco más. — pidió, localizando con rapidez el punto débil de la bestia.
Una vez que Anya estuvo lo suficiente cerca, utilizó las correas para descender a la distancia necesaria. Con un movimiento en seco, sus espadas atravesaron la descomunal espalda de la máquina, que seguía haciendo ruidos extraños. Una cuenta regresiva apareció en el menú de ambas mujeres, y Anya, todavía colgada, miró a Ataraxia con ojos suplicantes.
«Debemos salir de aquí.»
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Re: Treasure, that is what you are
Ataraxia asintió ante la indicación, aún con la amplia sonrisa adornándole el rostro, para luego mover la motocicleta voladora hacia el gigante mecanizado. Los últimos segundos de esa criatura estaban contados, aunque, si no actuaban con velocidad, también estarían ellas mismas y Bowwer atrapados en la explosión.
Deseaba ayudarle, no obstante, gastó los misiles de su bazooka cuando el enemigo atacó a Anya, por lo que, por muy mal que sonara —y se pensara— todo el peso del fructífero escape estaba en manos de la solado. El resto de sus armas no podrían detenerle, en cambio, confiaba plenamente que el letal filo de esas espadas ajenas podrían acabar con todo. Además, su propia persona estaría allí en todo momento para ayudarle.
Una vez cerca de esa entidad, apreció cómo Anya atravesaba su interior. Inmediatamente, un sonido extraño surgió de su menú, provocando que Ataraxia observara éste para ver de qué se trataba. Chasqueó los labios al saber que igual estaban perdidas; así hubiesen derrotado al gigante, serían condenadas con una explosión inminente.
Desvió los ojos azulinos hacia el rostro de Anya. No tenía que descifrar qué transmitían esos ojos claros —¡Sujétate! —le espetó, para apretar el botón de nitro y así acelerar hasta velocidades nada indicadas. Serendipity cruzó la sala de chatarra, con la intención de atravesar el túnel, pero la gunner se percató —al mover el rostro para todos los lados en busca de una salida más rápida— que en el techo había un hoyo de salida, colándose la luz del sol. Ella no dudó un instante, con el reloj de la muerte pisándoles los talones, y se aventuró a tomar esa salida a la mano. Cuando cruzó el hoyo, alzando un poco más el vuelo sobre la motocicleta, escuchó la explosión que trajo una corta onda que apenas les embistió. Ataraxia se sujetó fuertemente al volante, utilizando una mano, y con la otra agarró un brazo de Bowwer, quien emitía sonidos de susto. Previamente había apretado un botón especial que desplegaba una tabla voladora que acogió los pies de Anya.
—¿Estás bien, Anya? —viró el rostro hacia atrás, donde Anya. Su tono afligido dejaba entreabrir la excesiva preocupación, esperando que la solado estuviese en la tabla voladora que se manejaba al son y distancia cercana de la motocicleta, y no atrapada en el humo de la explosión que se apreciaba a lo lejos de Pallasuz, mientras surcaban el cielo.
Deseaba ayudarle, no obstante, gastó los misiles de su bazooka cuando el enemigo atacó a Anya, por lo que, por muy mal que sonara —y se pensara— todo el peso del fructífero escape estaba en manos de la solado. El resto de sus armas no podrían detenerle, en cambio, confiaba plenamente que el letal filo de esas espadas ajenas podrían acabar con todo. Además, su propia persona estaría allí en todo momento para ayudarle.
Una vez cerca de esa entidad, apreció cómo Anya atravesaba su interior. Inmediatamente, un sonido extraño surgió de su menú, provocando que Ataraxia observara éste para ver de qué se trataba. Chasqueó los labios al saber que igual estaban perdidas; así hubiesen derrotado al gigante, serían condenadas con una explosión inminente.
Desvió los ojos azulinos hacia el rostro de Anya. No tenía que descifrar qué transmitían esos ojos claros —¡Sujétate! —le espetó, para apretar el botón de nitro y así acelerar hasta velocidades nada indicadas. Serendipity cruzó la sala de chatarra, con la intención de atravesar el túnel, pero la gunner se percató —al mover el rostro para todos los lados en busca de una salida más rápida— que en el techo había un hoyo de salida, colándose la luz del sol. Ella no dudó un instante, con el reloj de la muerte pisándoles los talones, y se aventuró a tomar esa salida a la mano. Cuando cruzó el hoyo, alzando un poco más el vuelo sobre la motocicleta, escuchó la explosión que trajo una corta onda que apenas les embistió. Ataraxia se sujetó fuertemente al volante, utilizando una mano, y con la otra agarró un brazo de Bowwer, quien emitía sonidos de susto. Previamente había apretado un botón especial que desplegaba una tabla voladora que acogió los pies de Anya.
—¿Estás bien, Anya? —viró el rostro hacia atrás, donde Anya. Su tono afligido dejaba entreabrir la excesiva preocupación, esperando que la solado estuviese en la tabla voladora que se manejaba al son y distancia cercana de la motocicleta, y no atrapada en el humo de la explosión que se apreciaba a lo lejos de Pallasuz, mientras surcaban el cielo.
Ataraxia- Player
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Nivel: 9
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(5810/5812)
Re: Treasure, that is what you are
— Estoy bien.
Aseguró, y bajó las manos de sus oídos. No se había percatado que se los había cubierto. Quizás estaba acostumbrada a los entrenamientos en el coliseo con la opción del campo de minas, pero de una u otra forma, si Ataraxia le preguntaba, diría cualquier tontería. Por que Anya, hasta ese momento, no se había dado cuenta que el sistema comenzaba a fallar, que ese virus con el que estaba infectada comenzaba a traer sus jaquecas, sus problemas y las increíbles ganas de golpear algo. Debía de calmarse antes de cualquier otra cosa. Con un suspiro, y la ayuda de la tabla voladora, comenzó a respirar lentamente.
1, 2, 3, 4..
Ladeó el rostro, su concentración había muerto con los chirridos del pequeño Bowwer.
La soldado sonrió un poco, y se acomodó la bufanda. La explosión quedaba atrás al paso que el vehículo de la pelirosa avanzaba. ¿Por qué siempre la rescataba? La última vez, sin embargo, el trabajo había sido totalmente diferente. La pelea con el gigante de hierro, demostraba que eran un buen equipo. Anya dudó un poco, pero expandió el menú de contactos, añadiendo a la mujer a la lista de amigos. — Espero que no te importe, Goldie. — regresó a su apodo normal, por que después de todo, la princesa había resultado ser otra.
Se rió un poco, cerrando los ojos.
Sería un largo camino a casa.
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