TONIGHT we hunt.

Se paso un dedo por la nariz, esbozando una amplia sonrisa.
— Si, ese olor a azufre es inconfundible. — Susurro.
Aquel olor singular y por sobre todo, bastante asqueroso le guió, prácticamente, hacia Hanner. Aparte de alguna que otra indicación para llegar al lugar que tanto añoraba, pero eran solo detalles, mínimos detalles. Él tenia la obligación de venir a este lugar, TENIA el deber de. Sino hubiera sido por un par de jugadores a los que escucho hablar en uno de los bares mientras comía algo para su siguiente aventura, seguramente nunca habría escuchado la mención de este lugar.
Sus ojos brillaron, emocionados, cada vez que alzaba la cabeza y veía ese intenso color anaranjado en la boca del volcán que se vislumbraba apenas, solo la gran sombra oscura oculta tras ese velo molesto de humo. A pesar de que las casas y alrededores se mantenían a una buena distancia de ese enorme peligro, el volcán todavía estaba demasiado cerca y hasta, se sentía el insoportable calor desde donde él estaba parado.
— Well... Supongo que intentare buscar algo de comer antes de ir a explorar las planicies del volcan — Pensó en voz alta mientras rascaba con pereza su nuca.
Sin duda, el calor contribuía negativamente a su estado de animo, eso sin mencionar el horrible e insoportable olor a azufre del lugar. Pero esa sensación de estar tan cerca del fuego y calor, provocaba cierto morbo en el pelirrojo, quien, luego de lanzar un largo bostezo y estirar sus brazos, esbozo una larga sonrisa, adentrándose en el interior de la ciudad.

No tardo demasiado en ingresar a uno de esos tantos bares donde una gran cantidad de jugadores y programas se reunían. Tal parece que había llegado al punto de reunión ideal en esa ciudad. Se abrió paso entre la multitud de gente y a duras penas logro llegar a la barra, sujetándose con ambas manos al mesón. Justo en ese momento, el grito de un hombre llamo la atención de todos.
— ¡TE LO DIGO ENSERIO, COLEGA! —  Exclamo, hablándole a otro muchacho mas joven, quien solo quería que se lo tragara la tierra. Aquel hombre solo estaba borracho, o quizás no. — Hay una salamandra... ¡No! ¡DOS salamandras rondando los alrededores del maldito volcán! ¡Si hay salamandras, entonces seguramente su nido debe estar por los alrededores! — Pauso solo para dar un largo trago a su bebida — ¡Y ya sabes como se vende la piel de salamandra y los huevos de esos bichos!
Y tras ese largo discurso, hubo un silencio... demasiado incomodo. Para un comerciante cualquiera, los items que soltaban esas criaturas podrían ser muy valiosas. Para un guerrero, podrían servir para fabricar nuevas armas o armaduras. Pero para Rhapsody... Era ver a su mascota ideal. No dudo dos veces en encaramarse en una de las sillas y ponerse de pie sobre esta, de manera que no pasara desapercibido entre la multitud.
— ¡HEY! ¡Viejo! Si te traigo una salamandra viva aquí ¿Cuanto cobrarías? —  La sonrisa en sus labios daba a entender que estaba hablando mas que en serio. —  ¡Dime donde esta y voy enseguida!

Todos quedaron sorprendidos, no solo por la ocurrencia, sino de que se trataba de un solo hombre contra esas criaturas feroces. Se presumía que escupían fuego y siempre viajaban en manadas, por ello, era una muerte segura. Solo quedo el pelirrojo ahí, de pie, con todo mundo mirándole atónito.

Primero rieron unos cuantos, luego varios, hasta que finalmente el bar se lleno de carcajadas. Aquel hombre que había dado la noticia casi se ahogo con la misma cerveza al tiempo que daba varios golpes fuertes a la mesa. Fue un milagro que aquel mueble no terminara hecho pedazos a raíz de los potentes manotazos que recibía. Tan pronto como dejo de reír, se levanto y camino hacia el pelirrojo, deteniéndose a solo dos pasos de él.
— Y dime... ¿Que es lo que un mocoso como tu puede hacer contra esas salamandras? —
El pelirrojo se apresuro para abrir su boca y acotar algo en su defensa. Sin embargo, ahogo su aliento en su garganta al escuchar otra voz mucho mas suave y delicada hacerse notar en ese mar de murmullos. Todos, incluso aquel hombre grandote, se giro para mirar a la dueña de aquellas palabras. Muchos quedaron sin habla y sorprendidos, pero aquel muchacho se sintió un tanto halagado por esas palabras.
— ¡Ya escuchaste a la princesa! — Exclamo él, con un tono bastante alegre. — Y ya veras cuando vuelva con esas salamandras domesticadas hasta aquí. Me besaras los pies, viejo.

Y de un salto se bajo de aquella silla, aterrizando a unos pocos pasos de la otra muchacha. La observo de pies a cabeza, un poco curioso, pues era raro encontrarse a una mujer de ese calibre en estos lugares, menos un bar, donde se reunían cualquier tipo de persona menos de la aristocracia o con clase, como ella lo aparentaba.
— Lindo disfraz — Menciona con cierto tono burlón — Soy Rhapsody y siento que vaya demasiado rápido, pero realmente quiero ir a buscar esas salamandras.
La cantidad de susurros y risas era bastante notable, sobre todo los comentarios que surgían sobre ambos. Pero habían cosas mas importantes de las que preocuparse, como en ir en búsqueda de aquellas colosales criaturas. El chico se apresuro para tomar la mano de aquella jovencita de rubios cabellos y comenzar a tirar de ella, casi arrastrándola fuera de ese bar.
— ¡Vamos, vamos! ¡Mueve esas piernas!

— ¿'Licht'? ¡Que nombre mas raro! — Fue lo primero que soltó en voz alta y tampoco le importaba demasiado ser escuchado por la otra muchacha — Lichy te queda mas lindo.
Ya estaban fueran del bullicio del bar y esta vez, se permitió escuchar de mejor manera la voz de la muchacha que se ofreció a ayudarle minutos antes. Era de un timbre delicado y el volumen suave, como si en cualquier momento, al mas mínimo movimiento, su voz se quebraría. Se permitió una nueva inspeccion a su compañera, curioso de por que tantos accesorios tan extravagantes. Aunque tampoco iba a acotar algo al respecto. Ella ya contraataco a su comentario y darle mas vueltas al asunto era un 'loop' sin fin.
— ¿Ah? —
Abrió sus ojos, parpadeando antes de que torciera una mueca en sus labios. La expresión de su rostro, perdido y confundido, daba a entender que ni tenia la mas mínima idea de donde ir. Sabia que las salamandras se movilizaban en terrenos volcánicos o cavernas ubicadas en el desierto. Pero de saber donde estaban exactamente... Probablemente esto seria mucho mas jodido de completar. Suspiro, llevando una mano hasta su cabeza para rascarla varias veces, ayudándose a relajarse y pensar.
— Si mal no recuerdo... Ese viejo comento que las salamandras están dando vueltas al pie del volcán, es decir que salieron a buscar comida. — Explico, tranquilo — Pero a mi no me molestaría recorrer todo el volcán solo para encontrarlas.

Y es que estar cerca del volcán, donde en su interior se generaba todo ese magma y calor, le provocaba demasiada emoción, inclusive un placer que se aseguraba de no manifestar abiertamente. Apresuro el paso y camino al lado de Licht, esbozando una sonrisa.
— El volcán no esta tan lejos de la ciudad y si tenemos suerte, quizás las salamandras vengan a nosotros antes de que nosotros podamos ir a encontrarlas. — Por un momento, fijo su mirada en las ruedas de su compañera y una duda le ataco — ... ¿No podemos usarlas para ir mas rápido? — Sin duda, aquello les ahorraría demasiado tiempo.

Solo rió divertido y se adelanto otros pasos mas, en caso de que la chica se le ocurría golpearle por tal atrevimiento. Llevo ambos brazos tras su nuca y camino a paso rápido, casi trotando.
— ¡Vamos, Lichy! ¡No tengo todo el día! — Exclamo, cada vez apresurando mas el paso.
Si su mente no le fallaba, creyó saber el atajo mas rápido para llegar al volcán y es que tampoco la ciudad estaba demasiado lejos, pues los habitantes insistían en construir sus viviendas hacia el volcán y bueno, cerca de ese gran gigante de roja fundida, se escondían una gran cantidad de minerales que servían para forjar armas o crear joyas preciosas. Si bien era un peligro, también era un gran beneficio. Y bueno, sino tenían suerte con las salamandras, quizás llevarse un par de minerales tampoco estaba mal. Sus pasos lo detuvieron y olfateo el aire, guiándose por el olor a azufre que cada vez se hacia mas cercano, por no mencionar la ligera neblina o mas bien, humareda, que lentamente se cernía sobre sus cabezas. Los edificios ya casi ni se veían y solo se observaba alrededor terreno muerto. Arboles quemados y planicies vacías, sin vida. Ni el noto cuando abandonaron ya la ciudad y estaban en el 'limbo' que había desde la ciudad hacia el volcán.
— Quizás por aquí haya algo... Las salamandras seguramente llegaran hasta aquí, por la curiosidad y por el hambre. Podemos irnos con mas calma, creo... — No era un experto pero si compartía ciertos pensamientos. Una criatura hambrienta puede hacer de TODO para alimentarse, inclusive, llegar hasta el fin del mundo. Así que en el trayecto hacia el volcán, seguramente pillarían algo de valor. Abrió su inventario con un movimiento de su mano, sacando de ahí su gran espada de hoja blanca, que también le servia como catalizador para sus ataques. — Bien.. Licht, creo que aquí comenzara nuestra cacería.

No pudo evitar reír tras ver esa reacción. Se la espero, pero no imagino que seria tan divertido verla en vivo y en directo. Quizás ir en compañía de una muchacha con complejo de princesa no sea tan aburrido como lo pensó en un principio. Tuvo que contener sus risas para que ella no se percatara o probablemente, terminaría haciendo una rabieta o algo por el estilo. Coloco su espada sobre su hombro y continuo caminando, arqueando una ceja tras oír la exclamación de 'admiración' de parte de su compañera.
— ¿Uh? — Giro su mirada para verle de reojo, parpadeando dos veces — Si, si... Un desastre — Le dio la razón como a los locos, no tan seguro de si podría denominar este lugar como 'desastroso' ¡Estaban en plenos terrenos desolados! ¿Que tenían de interesante? Él solamente quería cazar algunas lagartijas mutantes.

Pero su caminata fue interrumpida por un temblor de la tierra. En un principio, creyó que el volcán iba a hacer erupción, pero tras bajar la mirada hacia suelo, noto las grietas que poco a poco abrían la tierra bajo sus pies. Dio un pequeño salto hacia atrás, empuñando su espada. Esbozo una sonrisa emocionada.
— ¿Y eso que? ¡Esto se pone divertido! — Exclamo, esquivando la embestida de una de esas bolas de fuego, observándolas con mas detenimiento. Chasqueo los dedos de su mano diestra e inmediatamente una llamarada de fuego se formo alrededor. — Bueno... Tenemos un poco de desventaja.
Dio una mirada rápida a su alrededor y noto la cantidad de criaturas que le rodeaban. No había que ser un genio para saber que ellos estaban en minoría en cuanto a cantidad, pero a saber si la calidad lograba suprimir esa diferencia.
— ¡Vamos Lichy! ¡Mueve esas ruedas! — Sonrió ante su propia broma y se lanzo al ataque.

Apretó sus dedos, formando un puño con la mano. La energía rúnica se acumulo en ese punto de su cuerpo y, tras abrir su mano, una gran bola de fuego salio despedida de su palma, impactando y explotando con dos o tres de esas criaturas. Aprovecho el aturdimiento tras la explosión para lanzar, con su espada en mano, un corte en diagonal y otro en horizontal. Logro eliminar a dos de ellos, pero no noto el ataque que iba directamente hacia él. Una especie de proyectil de fuego le dio de lleno en su pierna y poco a poco, sus ropas comenzaron a arder.
— ¡WAH!— Grito y con la palma de su mano, golpeo varias veces sus ropas para apaciguar el fuego. Corrió directamente hacia donde se encontraba Licht y se coloco junto a ella. — Casi me quemo vivo... Oye, rueditas, me vendría bien que pudieras cubrirme la espalda — Murmuro, mientras bufaba al ver su ropa favorita algo chamuscada. Ya se las va a cobrar. Nuevamente empuño su arma, la cual, esta vez, se aseguro de cubrir el filo con el fuego rúnico de su magia.

Tenía razón. Atacarlos con fuego tampoco iba a ser de mucha ayuda e incluso, quinas hasta potencie los parámetros de aquellas criaturas. Pero era un riesgo que el mismo pelirrojo estaba dispuesto a tomar, además, tampoco se sabía otros conjuros y el fuego era lo que más le gustaba.
— Lo siento, princesa, pero escupir agua por la boca es uno de los tantos trucos que no me se — Observo por unos momentos al suelo, considerando la ligera posibilidad de arrojar un puñado de tierra a esas criaturas. Si tenía suerte, quizás lograría hacerles un mínimo daño, ni él lo sabia pero nada perdía con intentarlo.
Sin embargo, cuando estaba a punto de agacharse para tomar un puñado de tierra, observo frente a él una figura flotante adelantarse para dar varios cortes a aquellas esferas espectrales. Sorprendido, Rhapsody soltó la tierra que llevaba en su mano y esbozo una gran sonrisa.
— ¡Vaya, rueditas! ¡De haber sabido que tenías esos trucos, podría haberme acomodado para disfrutar del espectáculo! — Exclamo en son de broma. No iba a negar que esa clase de trucos eran una real maravilla. Pero si íbamos a hablar de magia, él también tenía varios trucos bajo su manga.
Aprovecho la ayuda de aquella criatura, Styria, para lanzarse contra sus enemigos, cortando con su espada y empujándolas hacia un lado. Fue cuestión de tiempo para que estuviera en medio de un grupo de alrededor de cuatro o cinco de esas mismas esferas de fuego y con un movimiento de su mano, envuelta en llamas, la colocara en el suelo para que de este surgieran un par de cuchillas cubiertas en fuego ardiente, dañando a los monstruos cercanos. Tres de ellos se desvanecieron tras ser derrotados y dos simplemente se echaron hacia atrás, lanzando un ruido espectral de dolor.

— ¡Carajo! —Bramo, algo cabreado. Si bien sus ataques surtían efecto, tampoco podía estar gastando su magia a diestra y siniestra. La fatiga se apoderaría de él al no contar con las capacidades de un Wizard en sí. En un ataque de rabia, lanzo su espada hacia una de las esferas de fuego, eliminándola tras impactar contra ella, quedando el arma clavada en el suelo. Esbozo una sonrisa, orgulloso de su grandioso plan.

Pero no tuvo noción de la llamarada de fuego que se dirigió en su dirección e término por chamuscar su espalda. El pelirrojo lanzo un grito de dolor y cayó de rodillas al suelo. La barra de HP disminuyo cierta cantidad y tras ello, fue bajando paulatinamente, producto de la quemazón. Solo alzo su mano para lanzar otra nueva cadena de esferas rúnicas en dirección aleatorias y aguantando el dolor, corrió a buscar su espada.

— ¡Rueditas! ¡Necesitamos terminar con esto ya!

«Deberías aprender desde ahora», un pensamiento con respecto al truco de lanzar agua por la boca.

—¡No! —chilló con voz gruesa—. Si yo voy a sufrir, tú también —frunció el entrecejo, inflando las mejillas mientras lanzaba cortes de un lado a otro contra una bola de fuego traviesa. La otra Sephira, o rueda flotante, se encargaba de ser una centinela para prevenir ataques repentinos desde la retaguardia.

Justo en el momento en que Rhapsody derrotó a tres enemigos con ese ataque ingenioso, varios se acercaron en medidas desesperadas a Finsternis. Crearon con rapidez un círculo que, por mucho que lo intentaran, no podían atemorizarle. Mientras esas criaturas pensaban que podrían detenerle, con aparentes sonrisas maquiavélicas en sus rostros encendidos, Nocturne abandonó su puesto de protectora y girando a una velocidad incalculable, inició una masacre en una formación siguiendo las agujas del reloj. Uno detrás de otro fueron cayendo esos fantasmas de fuego, emitiendo gritos de dolor ante el filo letal y acelerado de la Sephira.

Por el lado de Rhapsody, ante el ataque repentino de una bola abrazadora, Styria se movió mecánicamente, buscando a la bola de fuego que había violado sus defensas y atacado al objetivo que debía proteger. Cuando la encontró, se abalanzó inmediatamente y le eliminó sin misericordia en un corte limpio, luego se reunió con Rhapsody, atajando al mismo tiempo otra bola de fuego.

—Me estás exigiendo mucho —parecía que su maña ahora sería fruncir el ceño con extremo enojo. Agitada, se detuvo, entonces hizo desaparecer su escudo y su espada, para luego chascar los dedos índice y corazón diestro entre sí. Inmediatamente Styria y Nocturne se incorporaron a los pies puntiagudos de Finsternis, cesando su función de centinelas. Esto le daría más campo para concentrarse en vez de tener que repartir energía en su dos Sephiras flotantes, para que estas trabajasen en su rol protector; y con sus armas fuera, no serían un peso muerto, aunque estuviese expuesta.

Extendió los brazos al frente, con las palmas mirando al cielo y las garras ligeramente encorvadas. Mientras esas criaturas se acercaban, de repente el escenario a 100 metros a la redonda se volvió oscuro, cuales nubes gaseosas que danzaban sin cesar. Los únicos que poseían luminiscencia en ese lugar eran las bolas de fuego. No obstante, Rhapsody y Finsternis eran capaces de observar a las criaturas, pero ellas no a sus adversarios.

De repente se escucharon risillas, como si de hadas traviesas se tratasen, que venían a anunciar su llegada y luego hacerle la vida imposible a los demás con sus fechorías en la oscuridad tétrica. Al frente de cada bola de fuego apareció una identidad, solo que echa de agua y de un tamaño más grande. Amenazadas por el elemento de sus nuevas enemigas y el tamaño que prometía engullirles en cualquier momento, comenzaron a retroceder... Pero no se salvarían. Con sonrisas angelicales, esas esferas de agua observaron a su presa y...

¡Crack! ¡Crack! ¡Crack! ¡Crack!, fue el eco que produjo la estructura sólida internas de las esferas de fuego. Habían sido devoradas y consumidas por las fauces bestiales las bolas de agua. Fue el pleno reflejo de una pesadilla, siendo la única prueba el sonido de cuando se apaga el fuego. Al finalizar eso, todo volvió a la normalidad, desvaneciéndose como la neblina —Listo. ¿Seguimos? —inquirió sin aparente cansancio, dejando atrás su estado agitado y ahora con porte de princesa, pudiéndose apreciar aquello cuando meneó la cabellera.

Creía que estaban perdidos. No dudaba de la habilidad de su compañera, pero al ritmo que iban, quizás terminarían chamuscados por el fuego de esas criaturas. Y su fuego no era una gran ayuda para ello, ya que temía estar ayudando al enemigo, en vez de estar eliminándolo. Sujeto su espada, dispuesto a seguir combatiendo, hasta que la rubia inicio su movimiento.

Ahogo el grito en su garganta al notar que sus centinelas volvían a una especie de estado "pasivo" o eso era lo que él veía ¡¿Acaso planeaba rendirse?! Los ojos del pelirrojo se fijaron en sus manos y de la nada, absolutamente todo se oscureció a su alrededor. Confundido, tuvo el arranque de preguntar que diablos ocurría, pero él mismo acababa respondiéndose solo, observando el panorama y esas bolas de fuego. Y en un abrir y cerrar de ojos, unos entes hechos de agua prácticamente se comieron a las bolas de agua, disfrutando de su merienda. Ni siquiera supo cuando ocurrió todo eso o simplemente estaba soñando, pero Rhapsody tenia claro que estaba frente al poder de algo mas que una simple muchacha que utilizaba centinelas y espadas. Su magia era mucho superior a la suya.
— ¿Uh? — Parpadeo un par de veces al escuchar la voz de su compañera, soltando luego una risita. Aplaudió con sus manos, clavando primero la espada en el suelo para hacerlo libremente. — Bravo, bravo — Alabo, como si acabara de ver el mejor espectáculo de su vida.

Antes de seguir los pasos de Licht, hizo un movimiento con su mano, desplegando la pantalla de menú del jugador y abrió su inventario, sacando una pequeña botella con un liquido azulino en el interior. La destapo y bebió del contenido, pronto, la barra de HP poco a poco fue subiendo, pero sin llenarla en su totalidad. Las quemaduras en su cuerpo también sanaron. La botella se desvaneció al terminar de ser usada y el pelirrojo tomo su espada, echándosela al hombro. Ya con haberse ocupado de las quemaduras, estaba todo en orden.
— Vamos, princesa — Anuncio, con una sonrisa — Hey, esos trucos si que son convenientes ¿Por que no utilizaste eso desde el principio? — Hizo una mueca de desagrado, soltando un fuerte suspiro — Si querías que me chamuscaran vivo, lo habrías mencionado — Agrego, algo dolido pero siempre bromeando. Ahora que ya habían pre-calentado, se sentía con mas deseos de encontrar esas dichosas salamandras.

Continuaron caminando por esos terrenos desolados, notando claramente el aumento de temperatura a medida que iban acercándose a los pies del volcán, sumado a eso, una especie de humareda comenzó a expandirse a su alrededor, haciendo mas difícil la visión. De pronto, el pelirrojo escucho una especie de rugido seco pero lleno de energía y tras ello, pasos lentos pero fuertes. Rhapsody no soporto tal emoción de pro fin encontrarse con sus amadas salamandras que corrió a lo loco a una direccion cualquiera, hasta que la tierra se volvió inestable y el pelirrojo resbalo por un barranco, o eso era lo que el creyó.
— ¡Waaaaaaaaaah! — Grito. Tomó su espada y la clavo sobre la tierra para poder sostenerse. El calor se hizo mas insoportable y al mirar hacia abajo, se encontró con una especie de rió de lava. Las rocas que formaban parte del suelo cayeron y se fundieron en ese rió mortal. El pelirrojo trago algo de saliva y sin muchos miramientos, grito de nuevo — ¡RUEDITAS! ¡SÁLVAME!